La ciudad de Jerusalén tenía unas murallas enormes y super-resistentes, y los reyes anteriores habían tomado el recaudo de construir un canal subterráneo para tener agua potable en la ciudad aunque quedara sitiada. El ejército de Judá era fuerte y tenían comida en abundancia. No había razón lógica para rendirse.
Así que el rey dudaba. Podía tomar una decisión impopular en contra de la opinión de todos pero obedeciendo lo que Dios pedía; o podía acceder al clamor popular y mantenerse firme, como la lógica indicaba. En ese momento, y con esas circunstancias, rendirse era una tontería. Así que Sedequías siguió el criterio de su mente lógica y no se rindió. Y todos sabemos como terminó la historia. Tal como dice el verso 13.
Inicia el 2012 y Dios te plantea un desafío personal: vivir en santidad y temor de su persona. Él demanda a sus hijos que vivan como es digno de la vocación con al que fuimos llamados. Y se nos presenta la misma disyuntiva que al rey Sedequías. El pedido de Dios es muy impopular. Casi nadie hoy se comporta de esa manera. Nos acostumbramos a romper las normas de Dios, a vivir coqueteando con el pecado, a correr los límites de lo correcto y lo incorrecto.
No nos afecta chismear, mentir, no leer la Biblia, tener malos pensamientos, insultar, llegar tarde al trabajo, dejar de orar, mirar una página pornográfica de internet, faltar a una reunión, autojustificarnos. Y elegimos la decisión popular de imitar la conducta que todos tienen.
Hoy podés decidir obedecer a Dios, aunque sea impopular y complicado. ¡Hacelo!
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