Al hablar de imitar a alguien que está imitando a Cristo (vean las últimas entradas), me hace pensar en héroes. Esa palabra se usa mucho en los medios de comunicación; tenemos películas sobre Superman y El Hombre Araña, las tiras cómicas en el periódico, y varias programas en la televisión que se tratan de humanos con super-poderes, etc.
Pero no hablamos sobre nuestros héroes en la iglesia. Casi es un tabú, quizás porque hemos escuchado que sólo debemos enfocarnos en Cristo. Pero creo que vale la pena nombrar algunos héroes que podemos emular, especialmente si siempre les usamos para acercarnos más a Cristo y no únicamente al héroe.
Acabo de leer un artículo buenísimo en inglés por el escritor Chad Hall (“Leadership Heroes!”). Él es escritor, plantador de iglesias, y consejero con SAS Institute Inc. en Cary, Carolina de Norte, EEUU. Él trabaja con mucha gente y ha observado un patrón muy intrigante: el progreso que tiene un líder en alcanzar sus metas se relaciona directamente con la rapidez y certidumbre con las cuales el líder puede identificar a sus héroes. Es decir, Chad Hall dice que nunca ha hablado con ningún líder que alcanza sus metas reales con eficacia y a la vez no puede identificar a un héroe. Y las personas que no pueden nombrar ningún héroe casi siempre no alcanzan sus metas con eficacia. Su hipótesis es que tener héroes demuestra un nivel maduro de auto-reflexión y auto-conciencia. En términos sencillos, líderes con héroes han pensado sobre que tipo de persona quieren ser, mientras que a líderes que no tienen héroes les falta conocimiento de ellos mismos.
Vale la pena tener y poder identificar a nuestros héroes. Pueden ser parientes (papá, abuelita) o pueden ser personas famosas (Luis Palau, Pelé). Pueden ser personas de la Biblia (Moises, Pablo) o aún personas ficticias (personajes de una película o un libro). Si no podemos identificar a nadie, ¿qué dice sobre nosotros? ¿Quiénes son sus héroes?
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