A mí me encanta ministrar con jóvenes, especialmente jóvenes que están experimentando el choque cultural por primera vez. En otras culturas tenemos que hablar otro idioma, comer comidas extrañas, y acostumbrarnos a una nueva forma de actuar y aun pensar. Toda la experiencia es emocionante y tan frustrante. ¡Y me encanta estar cerca de gente que está en medio de esa tormenta para ayudarles y a la vez reírme y recordar cuando me ha tocado vivir así también!
Todo el mundo está cambiando y todo el mundo habla de cambio. Como ministros (no sólo como misioneros) tenemos que manejar y de hecho abrazar el cambio en nuestras vidas y nuestros ministerios. Pero allí está la tormenta: ninguno de nosotros prefiere cambiar toda nuestra realidad. ¡He escuchado que a las únicas personas que les gusta el cambio son bebés que tienen un pañal sucio! A veces admito que he querido llorar como aquellos bebés cuando he tenido que enfrentar y manejar cambios.
Por eso en nuestro ministerio, siempre nos acordamos del dicho antes, durante, y después de una experiencia trans-cultural: «Bienaventurados los flexibles, porque se doblarán, pero no se romperán.» ¿Te has sentido así? La clave es que no debemos resistir el acto de doblarse–muchas veces ese proceso nos ayuda a ser mejores ministros. Nuestra meta es dejar que Dios nos doble y nos moldee, ¡y además tener la fe que él nunca va a permitir que nos rompamos!
flexibilidad! un gran reto, prefiero las cosas a mi manera! jeje pero ha sido lindo cuando gracias a Dios puedo ser flexible y aprendo de la forma que otros viven, piensan y actuan, muy constructivo y muchas otras veces edificante!
gracias a Dios por las oportunidades que nos da de aprender a ser flexibles para no rompernos!! (me gusto esa bienaventuranza) esto tambien nos ayuda a mejorar nuestra relación con El porque el considerar a los demás nos aleja del egoismo!