¿Te Cepillas los Dientes?

Reportándome desde el Congreso Misión 2011 de nuevo.  Esta noche escuchamos al Dr. Stan Toler, Superintendente General de la Iglesia del Nazareno, en la sesión plenaria.  Él ha escrito 70 libros sobre el ministerio, la iglesia, y las relaciones.  Él relató la siguiente historia, y dice que recibe más cartas y emails sobre tal historia que sobre cualquier otra historia que ha escrito o contado:

Hace años el misionero Milton Cunningham estaba abordando el avión que iba a trasladarle de Dallas a Atlanta.  Él se sentó al lado de una chica con síndrome Down.  Cunningham empezó a leer su periódico cuando la chica le interrumpió, diciendo: “Señor, ¿te cepillaste los dientes esta mañana?” El misionero quedó un poco sorprendido, pero le respondió: “Sí, claro.”

“Ah, qué bueno,” – contestó la muchacha.-  “Todos debemos cepillarnos los dientes.”

Milton Cunningham comenzó a leer su periódico de nuevo cuando la chica tocó su hombro.  “Señor,” -le preguntó al hombre-“¿Fumas?”

Pensando que estaba sufriendo de mal aliento, Cunningham contestó con vergüenza que no, no fumaba.  “Qué bueno,” -dijo la chica- “Nadie debe fumar.”

Al levantar el periódico lentamente Milton, escuchó la voz de la muchacha una tercera vez: “Señor, ¿amas a Jesús?”

Milton se sonrió y le dijo: “Sí, lo amo mucho.  De hecho, soy misionero.”

“Qué bueno,” -explicó ella.- “Todos debemos amar a Jesús.”

Al rato un hombre de negocios, vestido en traje y corbata, se sentó en la misma fila que los dos nuevos amigos.  Él empezó a leer cuando la chica tocó el hombro de Cunningham, señalando al hombre de negocios a su lado.  “Pregúntale si se cepilla sus dientes,” -ella dijo.-

“¿Cómo?” – inquirió el misionero – “Yo no puedo hacer eso.  Es incómodo – no voy a hacerlo.”

La chica apretó el brazo de él e instó: “Hazlo.  Pregúntale.”

Cunningham se volteó al hombre y con pena en su voz dijo: “Disculpe, Señor.  Sé que es un poco gracioso, pero esta niña acá quiere que le pregunte si se cepilló los dientes esta mañana.”

El hombre miró a la niña y, entendiendo su condición, respondió que sí.

“Ah, qué bueno,” -contestó la muchacha.-  “Todos debemos cepillarnos los dientes.”

Los tres siguieron en silencio, cuando la niña interrumpió a Cunningham otra vez.  “Señor, pregúntale si él fuma.”

“Perdón, niña,” -dijo el misionero- “Pero, ¿sabes qué? No es apropiado hacer ese tipo de preguntas a la gente, ¿sabes?”

“Hazlo,” dijo su amiguita.

El misionero tocó el brazo de su compañero con incertidumbre.  “De nuevo, pido disculpas, Señor.  Pero es que la niña quiere que le pregunte si usted fuma.”

El hombre dejó de leer su revista, y con una sonrisa respondió a los dos: “No.  No fumo, nunca me ha llamado la atención.”

“Qué bueno,” – dijo la chica. –  “Nadie debe fumar.”

Mientras Milton levantó el periódico de nuevo, sabía que venía.  “Señor,” – dijo la chica. – “Pregúntale si ama a Jesús.”

Las maquinas del aeronave empezaron a sonar más fuerte.  “No, no,” – insistió el misionero. – “Esa pregunta es demasiada personal.  No se preguntan cosas así cuando apenas está conociendo a la persona.”

“¡Pregúntale!” – ella exclamó.

“Uh, Señor,” – Cunningham dijo al hombre de negocios una vez más. – “Sé que sigo molestándole, pero es que ahora la niña quiere que le pregunte si usted ama a Jesús.”

El avión ahora estaba a punto de despegarse.  El hombre tardó en levantar su cabeza, y cuando miró al misionero, tenía una lágrima en su ojo.  “¿Sabe?” – él empezó a divulgar. – “Nunca he conocido a Dios, y mucho menos a Jesús.  Pero siempre he querido conocerlo.  De hecho, justo esta semana estaba contemplando visitar alguna iglesia y preguntarle a alguien si me podía explicarme más sobre cómo conocerlo.  De hecho, estoy listo ahora para tomar la decisión.  ¿Me pudiera contar cómo puedo conocer a Jesús?»

Y 35,000 millas sobre la tierra, en un avión de Dallas a Atlanta, el misionero Milton Cunningham contó su testimonio, explicó lo que tenía que hacer para poder conocer a Jesús, y dirigió al hombre en oración.

La niña sólo miró por la ventanilla con una sonrisa y dijo, “Qué bueno.  Todos debemos amar a Jesús.»

7 comentarios sobre “¿Te Cepillas los Dientes?

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  1. Que buena historia.
    Una hermosa lección de cómo Dios usa a toda clase de personas para cuamplir la misión.
    Vivamos atentos a la voz de Dios
    Dios les bendiga

  2. Prestemos oídos al Maestro, cuando nos dice «es hora de hablar»… no dejemos pasar la oportunidad, las personas necesitan a Jesús!

  3. que bonita historia, me hace reflexionar a veces ni nos imaginamos que el o la persona que está a nuestro lado tiene necesidad espiritual. Bendiciones.

  4. !QUE HISTORIA TAN HERMOSA¡
    ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: «¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!”

    El Evangelio tiene que ser compartido con otros, eso es por medio del testimonio personal, o que las personas escuchen la Predicación de la Palabra de Dios. TODOS DEBEMOS AMAR A JESUS PORQUE EL NOS A AMADO PRIMERO A TODOS.

  5. AL LEER ESTA SENCILLA PERO SIGNIFICATIVA HISTORIA ME HA HECHO LLORAR , AL SABER QUE CUANDO LOS PROPOSITOS DE DIOS SON EL DE DIVULGAR SU EVANGELIO NO NECESITAMOS PONER ESCUSAS. UN FUERTE ABRAZO

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