EL ARREPENTIMIENTO DE PEDRO
Juan 13: 21-33, 36-38
Por: Josué Aceituno Ramos.
Simón Pedro, fue un hombre valiente y distinguible, un líder reconocido del pequeño grupo de apóstoles. Cuando desenvainó la espada en Getsemaní se hizo así mismo notable. Todos los ojos voltearon hacia él. Él estaba al descubierto bajo la mirada de todos los enemigos.
El deber es doblemente dificultoso. Simón Pedro estaba sólo. Sus hermanos habían huido. Ellos habían manifestado menos coraje que Simón. Es verdad que Juan estaba cerca del Señor durante el juicio, pero Juan corría menos peligro, era conocido del sumo Sacerdote (Juan 18:15-16). Pero Pedro estaba sólo, indefenso, sin espada. ¿Pedro fue cobarde y mentiroso cuando se comprometió a sí mismo al Señor? ¡No lo creo! Él con todo su amor, con todo su corazón prometió dar su vida al Señor, y lo demostró sacando su espada para pelear hasta morir.
Pero él estaba equivocado y fue reprendido por el Señor. NO PEDRO, NO ASÍ, NO CON ESPADA ES COMO DEBEMOS PELEAR. Pedro era un niño, todavía no entendía el plan de Dios. ¡Sí un niño pero con un gran corazón! Cuando él fue atacado por Satanás desde otro ángulo, es decir, por medio de la tentación, Pedro no supo que hacer. No era maestro de la retórica como fue Pablo. Él sólo tenía sus fuerzas físicas. ¡Fue derrotado! Algunos quieren compararle con Judas, pero lo que debemos hacer es contrastarles a ambos.
El pecado de Pedro fue cometido por las circunstancias del momento. El de Judas fue premeditado; el motivo de Pedro fue para preservar la vida; el de Judas por avaricia. Uno se arrepintió en vida, y el infortunio del otro fue hasta la muerte.
El arrepentimiento de Pedro fue una cosa divina. Principia con el Señor: EL SEÑOR VOLTEÓ Y LO MIRÓ. (Lucas 22:61). La mirada fue elocuente, una mirada que no necesitaba palabras. ¿Qué miró Pedro en los ojos de Jesús que obraron el arrepentimiento en el alma de Pedro? ¡Él debió ver la reprobación en esos ojos! ¡Debió ver la piedad y el amor abundante para con él! ¡Debió ver el espíritu de ánimo en esos ojos! ¡Debió ver algo en ellos que le redimió de su pecado (2 Corintios 7:9-11)!
Amados, a pesar de nuestros errores no-intencionales en la vida cristiana, él nos sigue formando. Y nuestra parte debe de ser constantemente mirar a Jesús para mantener los pies firmes en la tierra de la Santidad.
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