El Tesoro Escondido

EL TESORO ESCONDIDO

Parábola escrita por Yeri Nieto de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

E

ra éste un rico hacendado que tenía una mansión enorme, con gran construcción y un hermoso e interminable jardín. Era un placer ver su residencia, y toda la gente del pueblo pasaba horas contemplándola.

Una mañana, el rico hacendado pegó en las puertas un letrero: “Requiero un ayudante que viva en casa y cuide de todos mis bienes”. Los niños corrieron a dar la noticia y el pueblo entero vino a la hacienda con la intención de obtener el trabajo. ¡Vivir en la casa del rico! ¡Ser yo quien cuide sus bienes!

Llegaron, y el terrateniente les dijo: “Necesito a alguien que pueda vivir en la hacienda para cuidar mis bienes; sin embargo, antes tengo que escogerlo entre todos ustedes”. Y el rico empezó a señalar a todos. Todos se entusiasmaron y el hacendado les impuso la primera tarea: ir al patio trasero a recoger el escombro de los animales. Muchos no quisieron ir; muchos fueron. Luego les envió a cuidar a los animales. Muchos no quisieron ir; algunos fueron. Al llegar la noche, el hacendado se acercó a quienes habían quedado y les dijo: “No descansen esta noche, deseo que vigilen las puertas y se mantengan al tanto de las asechanzas de los ladrones”. Casi todos se fueron; quedaron solamente dos jóvenes, eran éstos escuálidos y con el rostro lleno de ansiedad por hacer lo que el rico hacendado les dijera.

Al amanecer, el terrateniente les dijo: “Ahora les corresponde cuidar el jardín”. Y ellos se emocionaron. ¡Era el jardín más bello que hayan visto jamás!

Iniciaron a podar, a limpiar, a cortar, a darle forma a lo que de por sí era bello… De pronto, el rico hacendado apareció y les confesó un secreto: “No hagan más que cavar: dentro de este jardín hay un tesoro para ustedes –¡búsquenlo!”. Ellos sin más empezaron a hacer agujeros por toda la tierra. Al mediodía uno de ellos alzó la voz al otro, y le dijo: “Este trabajo no me gusta; me iré, creo que este rico es como todos, sólo piensa en explotarnos y de seguro querrá mantenernos así siempre”. Y se levantó y se fue.

El otro siguió cavando. A veces sentía que las fuerzas le fallaban, que iba a caerse, que los brazos no le responderían más, pero siguió cavando.

Pasó un día entero, una semana, un mes. Pasó un año y el joven seguía cavando y el terrateniente no aparecía por ningún lado.

Al año llegó el rico hacendado y le dijo: “Sal de ahí, ven a mi casa, entra en ella y goza de todos mis bienes”.

“¡Pero aún no he encontrado el tesoro!”, le respondió.

El hacendado sonrió: “¡Yo no te ordené encontrar ningún tesoro –sólo buscarlo! Ven aquí y goza de todos mis bienes: ahora ya no eres aquel joven débil que quería poseer todo; ahora eres un varón fuerte capaz de cuidar de todo lo que nos pertenece”.

Pienso que así es toda persona que escudriña las Escrituras, que cava en ella: sin entender mucho, terminará siendo fuerte, capaz de cuidar lo que Dios le ha dado, y apto para entrar en los Cielos Eternos.

3 comentarios sobre “El Tesoro Escondido

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  1. hola yeri muy buen mensaje seria tambien bueno publicarlo en en intenet para que sircule y sea conocida por todos dijo es una sugerencia para que el mensaje llege a personas que no conosen de EL.

  2. hola, Yeri

    esta bonita tu parabola; pero Dios a la diferncia de el hacendado; nos tiene un tesoro hermoso ke es la vida eterna y tambien nos dejara vivir en su mansion celestial;
    Bendiciones y saludos Yeri

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