Hemos estado en varios estados congelados de los EEUU durante estos dos meses (falta un mes más), donde hemos manejado en mucha nieve (gracias, Indiana) y las temperaturas han bajado a -15ºC (gracias a ti también, Ohio). Sin embargo, ahora mismo me encuentro en un verdadero paraíso que se llama Naples, Florida.
¿Por qué les digo esto? ¿Para que ustedes tengan envidia? Jaja, no, no, no. Muchos de ustedes también viven en lugares maravillosos en el Caribe, América Central, Sudamérica, etc. Les escribo desde Naples para compartir un testimonio pequeño.
Visitando a mi cuñado y preparándonos para predicar en varias iglesias en el Distrito Sur de Florida, Emily y yo hemos podido observar la vida bella de la gente que vive acá. Muchos se han jubilado con muchísimo dinero, se han mudado de sus hogares anteriores a esta ciudad costeña y están obviamente disfrutando de las muchas bendiciones que se ofrecen acá. El clima es perfecto. En el invierno cuando todos en Minnesota y Nueva York están bien abrigados, aquí los dichosos andan con sus chancletas «flip-flops» y shorts de Bermuda. Manejan sus carros de lujo y se quedan en su segunda casa donde hay una piscina atrás. Mi cuñado me llevó al campo de golf donde él trabaja y caminé con él buen rato, aprendiendo un poco sobre ese deporte. La vida es buena, ¿sí?
No obstante, ¿saben algo que me ha preocupado? Me gusta mucho estar acá. Algunos van a exclamar, «¡Obvio! ¿Por qué no?» Pero escúchenme bien. Hay algo en mí que anhela acumular posesiones, jubilarme después de muchos años de trabajo, y jugar golf todos los días (cuando no estoy en la playa, por supuesto). La mayoría del mundo dice que se debe y se merece tal vida si se puede.
Pero hay otra parte de mí que grita y amonesta a la primera parte. Hay un aspecto de mi vida que no busca la comodidad. Es el mismo pozo profundo que me impulsa a invertirme en otros, a unirme a ellos en sus sufrimientos, a trabajar tan duro para Cristo hasta que me muera para que la cantidad más grande de gente en este mundo le conozca a Él. No podemos perder tiempo, aun en nuestra vejez. Estoy convencido de que la comodidad y decadencia harán que nuestras almas lleguen a ser regordetes. Aun cuando los cristianos que me rodean dicen que debo jubilarme a los 67 años y disfrutar las bellezas de la vida, mi Señor me ha creado para negar la carne y batallar para Él hasta que me llame al cielo.
Así que, he resuelto que nunca tendré un alma flácida. Quizás cuando sea viejo, querré descansar. Quizás es saludable. No sé. Sin embargo, declaro ahora y para siempre que afirmaré mi rostro hacia Jerusalén (Lucas 9:51) y entraré a la guerra mientras tenga aliento. ¿Alguien está conmigo?

«Entonces oí la voz del Señor que decía:
—¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?
Y respondí:
—Aquí estoy. ¡Envíame a mí!»
Envíame a mí, Padre! desde el día mas joven de mi vida hasta el día en que mis fuerzas se agoten… heme aquí!
Gracias Scott por refrescarnos con tu reflexion algo que tambien para nosotros es un deceo ferviente,aun cuando los efectos de los años nos inducen a querer algo asi,muy dentro de uno esta esa motivacion,traba jar para la causa mas grandiosa y marabillosa que pueda existir,ganar almas para Cristo,yo por mi parte me veo si el Señor lo permite,llena de años y desarro llando algun ministerio con el glorifique el nombre de nuestro Amado Salvador,aun en mi vejez. Pero bueno yo creo que no tiene nada de malo de darse una vueltecita por Naples Florida,verdad,a ver cuando nos invitas,jajaja. ¡ Bendiciones !
Yo estoy contigo, debatiendo de esas dos cosas todos los dias, luchando en todo lo que se me avecina, en todos los planes que no resultaron y pensando que debo de buscar la primera opción, pero como siempre… Dios me vence con su amor y perdòn infinito y vuelvo a lo cual fui llamada. No es fantastico???!!!!!!
Claro hermano, no hay nada mas lindo ni que nos llene de Gozo, que sevir en el reino de Dios, y que este sea engandecido cada día, tambien decido servir a Dios el resto de mis días….bendiciones y siga disfrutando sus vacaciones.
Amen!!!
Hermano estas palabras me han servido de aliento.
Soy aun joven y estudio por que al igual que usted una parte de mi piensa en descansar cuando sea ya grande y tener posesiones y disfrutar de ellas, pero hay otra parte que me dice que debo trabajar siempre en la obra de Nuestro Señor Jesucristo, y se que no hay mejor recompensa que ver que las personas conocen de El y vuelven sus vidas a Dios, pido a Dios que me de una doble porcion de hombres como usted.
Un saludo