Cuando escuchamos la palabra “adoración” usualmente nuestras mentes se enfocan sólo en la música. El “tiempo de adoración” en un servicio suele ser la alabanza. El cantar sólo es parte de la adoración pero cuando vemos en las Escrituras, ¡la adoración va mas allá de sólo cantar!
Pablo dice en Romanos 12:1 (NVI), «Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios». La adoración va mucho más allá de un desempeño dominical. Va más allá que la música. Es cada onza de energía, cada respiración, cada latido sometido completamente a Jesucristo.
Los domingos en la mañana la gente asistía a la iglesia y veía a una persona indigente desplomada a las puertas de la iglesia. Esto era poco común, no era algo que la gente esperaba y la tentación era ir adentro y hacer lo que normalmente hacía. Sin embargo, mucha gente empezó a detenerse, preocuparse por esta persona y ver si había alguna manera de ayudarla y ministrarla. Resulta que esta persona no era un indigente, era el pastor disfrazado. Lo hizo para probar el verdadero corazón adorador de la congregación.
Dios es muy directo al hablar a Israel en Isaías 1:11-18. Él dice que está harto de la adoración en la iglesia cuando la vida de la congregación no es vivida de acuerdo a la compasión y la justicia. Esto significa que debemos estar dispuestos a ser interrumpidos: listos para sacrificar de nuestro tiempo, energía o dinero; listos para defender el bien cuando sea conveniente o arriesgado. Es como la historia del Buen Samaritano. Este “forastero” reflejó el corazón de Dios en la manera en la que interrumpió su viaje, corrió el riesgo personal de cuidar a este hombre física y financieramente. Su vida fue un acto de adoración a Dios.
Si eres como yo, vivimos con la intención de amar a nuestro Señor con el corazón, el alma y la mente pero sigo necesitando la ayuda de Dios para amarlo con todas mis fuerzas. Quiero que el Señor suavice mi corazón para que pueda ser sensible a lo que Él está haciendo a mí alrededor en todas mis actividades con la gente de la escuela, casa, amigos e iglesia. Quiero vivir en total sumisión y obediencia a Jesucristo. Quiero ver en dónde está trabajando Él y unírmele inmediatamente. Quiero que mis momentos de alabanza sea con manos limpias. No podemos hacer esto solos. Esto es algo que el Espíritu Santo debe trabajar en nosotros. ¡Hazlo en nosotros, hazlo en mí, Señor! Que nuestras vidas sean un acto de adoración a Ti.
Escrito Por: Brian Woolery (Coordinador Regional de la JNI – Región Asia-Pacífico).
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