Hace dos meses el ministerio del grupo misionero Servir 12:7 clausuró en la Ciudad de Panamá. En estos días estamos publicando algunas historias de lo que Dios ha hecho y sigue haciendo por estos misioneros voluntarios. Nunca olvidaré esta emocionante historia de Carlos Jiménez, en México:
Durante mi tiempo en Servir 12:7, estaba envuelto en un proyecto de Máxima Misión en nuestro distrito (Golfo de México). Lo más destacado de la semana para mí fue el contactar con un muchacho de una pequeña ciudad llamada Mata Naranjo. En esta pequeña ciudad había servido antes como misionero voluntario en Proyecto Pablo aproximadamente 5 años antes. Tengo tan buenos recuerdos de ese lugar.
Recuerdo esta chica que nos daba la cena todos los días. Ella siempre fue agradable y recuerdo que ella siempre quería hacerme engordar; todas las noches ella me daba un inmenso plato con comida y ella siempre trataba de darme más incluso cuando ya había terminado de comer.
Una de nuestras últimas noches, ella finalmente confesó. Ella dijo: “Hermano Carlos, lo siento, siempre te doy mucha comida pero…pero es que estás muy flaco. Parecía que no comías adecuadamente.” ¡Jajajaja! (Si ella pudiera verme ahora…).

Volviendo a ese fin de semana en la Máxima Misión, estaba cortando un poco de hierba con este chico que parecía muy familiar para mí, pero no podía recordar por qué. Así que finalmente le pregunta de dónde es y que me dijo: «Yo soy de Mata Naranjo».
«¿Nos conocemos?» le pregunté.
«Hmmm … tal vez, tal vez conoces a mi mamá, ella es hermana Isabel.»
-Exclamé, «¿¡Qué!? Eres ese Samuel, ¡Wau! ¡Qué bendición verte aquí! ¿Estás asistiendo a la iglesia ahora?»
Él respondió: «Sí. ¡Yo acepté a Jesús el año pasado y es lo mejor que me ha pasado a mí!»
Samuel comenzó a contarme su historia – como estuvo involucrado en las drogas y de las pandillas y muchas otras cosas, pero ahora está siguiendo a Jesús. Él está sirviendo a Cristo con pasión y da testimonio de sus viejos amigos y ahora están empezando a venir a la iglesia también.
Fue un momento abrumador para mí. Dios es tan bueno que me ha permitido ser testigo de esto después de todos estos años.
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