Reflexión Personal sobre 4X4 Todo Terreno 4.0
Hermosillo, Sonora, Méx.
27 de Diciembre de 2013 – 01 de Enero de 2014.
Por Ariadna Romero
Pescadores de hombres.
Como acertadamente leemos en la biblia, “todo tiene su tiempo”. Este es el tiempo para mí de escribir las experiencias vividas durante el evento misionero denominado “4×4 Todo Terreno”. Habiendo vivido el año pasado el 4×4 de Durango, sabía a ciencia cierta qué esperar para esta ocasión: mucho trabajo, pocas horas de descanso, enfrentarse a las necesidades de la gente y por supuesto, conocer a hermanos nuevos.
Trabajamos en la 7ma. Iglesia del Nazareno en Hermosillo, apoyamos su presencia en la comunidad a través del Proyecto Gol y el Evangelismo casa por casa. El primer día nos dimos a la tarea de limpiar los alrededores de la cancha de futbol rápido de la colonia, sacamos mucha hierba y mucha basura. El arrancar con grandes esfuerzos las raíces bien aferradas al suelo me parecía una buena analogía de lo que haríamos en ese lugar. Cansados físicamente luego de trabajar bajo un inclemente sol – a pesar de que esperábamos temperaturas frias – regresábamos cada tarde a iniciar las actividades futboleras con los niños y chavos de la colonia. Intentamos crear un buen vínculo para ser aceptados en ese corto tiempo por la gente local.
Para mí lo más significativo fueron los días de evangelismo casa por casa. Acompañada por 2 chicos de la iglesia local para quienes era la primera vez en salir a evangelizar, tuve que tomar las riendas y darles muchos ánimos en el proceso. Recordé mis propias dudas y temores cuando al igual que ellos salí por primera vez a hablarle a la gente de Cristo, cuando llegaba a sus casas e invadía sus rutinas y su privacidad con la esperanza de ser escuchada. Vino a mi mente la timidez que siempre me ganaba, la forma en la que me escondía detrás de quien estuviera acompañándome en la encomienda. Los comprendí.
Hace ya muchos años desde aquella época, he crecido y aprendido a hablar de mejor manera con la gente. He conocido más a Dios y la vida misma me ha forzado a experimentar muchas luchas que ahora entiendo me sirven al momento de enfrentar las necesidades y argumentos de la gente.
Durante las labores evangelistas vinieron a mi mente las palabras de Jesús: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. Enseguida reflexionaba… ¿pero a qué pez le gusta que lo pesquen? ¿Cuál de todos ellos se deja mansamente sacar de las aguas que tan bien conoce? ¿Cómo convencer a los hombres de que necesitan ser “pescados” para Cristo?
Empezamos a recorrer las calles aledañas a la iglesia. Cada grupo tenía una ruta definida y previamente habíamos practicado entre nosotros con las tarjetas y los cubos evangelísticos. Me di cuenta que tocar a las puertas de aquella gente con grandes imágenes de santos delante de sus casas no sería ni remotamente comparable a lo practicado el día anterior. Pensé en los chicos que me acompañaban. El Señor esperaba que Su Palabra se compartiese, la gente esperaba por ayuda espiritual, los chicos esperaban respaldo y guía.
¿Y yo? ¿Cómo sabría los tiempos prudentes para intervenir o para dejarlos pelear sus batallas? ¿Cómo saldría adelante si no podía rebatir algún argumento agresivo o instigador, con dos chicos aprendices mirándome? Podría ser yo la piedra de tropiezo aquí. Rápidamente oré: “Señor dame tus palabras, dame sensibilidad”…
Empezamos a caminar y el nerviosismo y temor de ellos se hizo muy evidente. Me decían que mejor no saliéramos, que no se sentían preparados, que no sabían qué le dirían a la gente. Traté de convencerlos de que uno nunca está 100 % preparado cuando se trata del evangelismo personal, pero que les había escuchado y sabía que dominaban las tarjetas y que por supuesto en lo que yo pudiera ayudarles, lo haría. Yo compartiría primero para que ellos observaran como sucedían las cosas e intervinieran en cualquier momento. Llegamos a la primera casa habitada. (muchas de las casas estaban en venta o desocupadas). Una señora ya grande salió a nuestro encuentro. Católica. Accedió a escuchar nuestra historia y apenas iniciábamos cuando su hija salió a ver qué tratábamos de hacer con su mamá.
La primera casa, la primera confrontación. “Sí, conozco la historia de Jesús, sé quien es Dios pero yo decidiré lo que quiera cuando yo quiera” fueron sus palabras. Sentí a los chicos retroceder a mis espaldas y con cara de espanto esperar mi siguiente movimiento. De alguna manera el saber que ellos estaban ahí me infundió más coraje para rebatir prudentemente. En mi mente se dibujó la figura de un pez retorciéndose en el anzuelo, luchando, defendiéndose con todo. No sé en qué momento se invirtieron los papeles y pasaron a ser ellas quienes estuvieran contra las cuerdas. El Señor bondadosamente me dio palabras y sensibilidad, tal como le pedí. La necesidad estaba delante de nosotros y habíamos ido a suplirla. Terminamos de buena manera en aquel hogar y aunque los aprendices no habían proferido una sola palabra, creo que el episodio les ayudó. No era imposible. Dios siempre abre una puerta durante la conversación, solamente hay que estar atentos.
Seguimos avanzando. Una chica con 3 hijos pequeños, un piercing en la nariz y una actitud desafiante. ¿Quién de los 3 le compartiría? Inició uno de ellos y luego tuve que intervenir. A pesar de la apariencia fiera, esta chica escuchó las buenas nuevas e hizo su decisión por Cristo. Le di un abrazo, tomamos sus datos para una visita posterior y continuamos avanzando. Les advertí que en la siguiente casa ya no hablaría yo, alguno de ellos tendría que hacerlo. En algún momento tendrían que soltarse e intentarlo. No daríamos marcha atrás. El Señor nos estaba mostrando que la gente estaba receptiva.
Durante ese día y los siguientes vivimos muchas experiencias juntos, llegamos a conocernos más y siento que se generó una bonita confianza entre nosotros. Cargar no solo con mis inseguridades, sino con la de otros, me hizo más fuerte. Pude percatarme de que Dios trabajaba conmigo y a través de mí.
Me sentí útil, me sentí con un poderoso gigante a lado mío. Las batallas fueron muchas, pero Dios nos regaló victorias y bendiciones abundantes al atrevernos a compartir el evangelio. Después de todo, somos llamados a ser pescadores de hombres, no tan solo admiradores del paisaje.
Gracias por sus comentarios!! Que les anime a seguir adelante, sigue produciendo bendición para mí 😉
Wow! 😀 ¡Que bonito es saber de tu experiencia!
Es un impulso para mi. Es cierto… ¿A qué pez le gusta que lo pesquen? 🙂
que bendición leer esta experiencia, el Señor esta trabando con nosotros de maneras que nosotros ni siquiera pensamos que serviríamos para ello.
GLORIA A DIOS !!
¡¡Gloria Dios por el ánimo en sus valientes siervos, sin duda que en su Nombre hay poder!!
Bendiciones y saludos a los hermanos de la 7a. iglesia del Nazareno de Hermosillo…..