La entrada de ayer nos hace pensar en un versículo importante para los líderes misionales:
«Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna» (Marcos 10:29-30).
¿Qué observas en este pasaje? ¿Cuáles palabras te llaman la atención?
Recordemos el contexto. Jesús había hablado con el joven rico justo antes de este diálogo con sus discípulos. Jesús está diciendo que hay personas que estarán dispuestas a dar todo y hay otros que no. Hay algunos que dirán, «Sí, te puedo servir, pero no quiero rendir mi familia, o mi dinero, o mis planes para el futuro….» Y gracias a Dios hay otros que dirán, «Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús» (Fil. 3:8).
¿En cuál de los dos lugares estás tú? Hablo con muchas personas que me comparten con fervor de su llamado. Ellos quieren participar en misiones como voluntarios o quieren plantar alguna célula en su comunidad. Meses y años después de estas conversaciones algunos de ellos están buscando estas oportunidades y por fe entrando el servicio del Señor, no importa el costo. Pero otros no pueden dejar sus padres o no pueden dejar sus planes para ganar mucho dinero en un buen empleo. El contraste entre la rendición total y el servicio a medias es inmenso.
Mañana hablaremos de esta realidad más. Pero, ¿qué hay dentro de ti que no has rendido al Señor?
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