43 Años de Herencia Nazarena

Testimonio de Dr. René Rivas, Coordinador Previo de Ministerios Nazarenos de Compasión en MAC Central

El día de ayer, como en muchas iglesias nazarenas alrededor del mundo, en la Primera Iglesia de la Ciudad de Guatemala celebramos los 100 años de nuestra amada iglesia. Cien años de estar divulgando el mensaje de salvación a los perdidos, y especialmente 100 años de proclamar la Santidad.

Vinieron a mi mente muchos acontecimientos sucedidos a través de los 43 años que tengo de pertenecer a la Iglesia del Nazareno desde aquel lejano 1965 cuando el misionero Samuel Heap llegó a mi humilde casa en Escuintla, en el sur del país y platicó con mis padres y les invitó para que le ayudaran a abrir la obra en esa ciudad costeña. De esa cuenta, mis padres fueron los primeros nazarenos en esa ciudad, yo contaba con apenas 5 años de edad. Inmediatamente me encantaron y me familiaricé con los hermosos cánticos del Himnario Gracia y Devoción.

Luego pasaron por mi mente recuerdos de las escuelas bíblicas de vacaciones, los sacramentos de la Santa Cena y el Bautismo, cuando mi madre tenía que explicarme el significado de los mismos. El tiempo, aún adolescente (12 años) cuando fui bautizado por el Rev. Rubén Mejicanos, en esta querida Primera Iglesia; luego mi matrimonio y la presentación de mis tres hijos ante Dios y la Iglesia. Recuerdos tristes de hermanos que se nos han adelantado en el camino al cielo, entre ellos mis padres y muchos líderes de la iglesia.

Pero también durante la celebración de ayer vinieron a mi mente sucesos importantes en la historia de la Iglesia del Nazareno en Guatemala. Por ejemplo, que siempre he deseado conocer en Cobán la tumba del Rev. Richard Anderson, quien ha sido un ejemplo para mí de los verdaderos misioneros y pioneros de nuestra iglesia, alguien que dedicó su vida junto a su esposa a la evangelización de los perdidos en aquellas montañas de las Verapaces.

Muchos misioneros cuyo trabajo fue ignorado y que estuvieron sujetos a la crisis del choque transcultural pues aparte del español también tuvieron que aprender los idiomas propios de las regiones en que sirvieron así como muchas costumbres extrañas para ellos. Algunos enfermaron gravemente de enfermedades como la famosa fiebre amarilla, paludismo (malaria) y otras enfermedades. Realmente estos fueron unos verdaderos titanes del Evangelio Redentor de Nuestro Señor Jesucristo y verdaderos héroes para nuestra iglesia.

En un momento cerré mis ojos y di gracias a Dios por la visión de Juan Wesley, por antepasados espirituales nuestros como Phineas Bresee, por Richard Anderson, Robert Ingram y otros que se convirtieron en iconos de la historia de esta bendita Iglesia del Nazareno.

Gracias a Dios por guiar a don Samuel y a doña Gladys Heap aquella tarde y encontrar a mis padres con la disposición de servir a Dios en una iglesia cristiana, misionera y de Santidad. Felicito a mis hermanos y verdaderamente me siento dichoso por pertenecer a esta iglesia que proclama el Evangelio ya en 151 países. Que Dios nos ayude para que en esta nueva centuria podamos mantener incólumes los principios de fe que rigen a nuestra amada iglesia.

Un saludo especial para usted hermano nazareno en este día.

Bendiciones,

Dr. René Rivas Fernández

Miembro de la Primera Iglesia del Nazareno Ciudad de Guatemala

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