En estas últimas tres semanas de la Cuaresma, estoy publicando reflexiones escritas por Dawson McAllister en su libro, A Walk with Christ to the Cross. Dios se ha hecho real en mi vida en una forma palpable mientras he estado leyendo este devocional. Espero que así sea para ti también, mientras caminamos con Cristo hacia la cruz.
¿Qué le estaba diciendo Dios a Pedro a través del canto del gallo? Creo que Él estaba diciendo a Pedro que todavía estaba en control, que Él no lo había abandonado a pesar de su traición. Ciertamente, Pedro recordó que Jesús sabía todas las cosas, por su profecía en aquel evento. Tal vez Dios estaba asegurando a Pedro que se trataba de un nuevo día – el tiempo del arrepentimiento había llegado.
Jesús no buscó avergonzar o exponer a su amigo. Tampoco reprendió a Pedro, o miró hacia otro lado con disgusto. Por el contrario, Él le dio una mirada que sólo Pedro la entendería. La mirada de Jesús tiene muchos mensajes para su amigo: Tú has roto mi corazón y me duele más de lo que podrían hacer mis enemigos; debo reprocharte por qué estás mintiendo; he oído todas tus negaciones, pero no te he olvidado – aún te amo.
En otras palabras, Jesús no pagaría Pedro de la misma manera. Aunque Pedro había negado con vehemencia a Jesús, Jesús nunca se negaría a Pedro. Tampoco ignoró a Pedro, lo que hubiese sido el camino o la manera de un hombre peor. En su lugar, Jesús tomó el tiempo y el esfuerzo emocional para lanzar una mirada de amor hacia Pedro. Es este amor que fundió el corazón de Pedro y lo llevó al arrepentimiento.
Me encantó esta reflexión.
La mirada tierna de Jesús que significa el perdón y el amor por nosotros.
¡Así es! Damos gracias a nuestro Señor Jesús. Gracias por tu comentario, Araceli.
APuedo sentir el. Arrepentimiento hecho dolor en el alma de Pedro. El haber traicionado a su amigo,así. Creo que nos sentimos. Los cristianos cuando, faltamos a nuestro Jesus Bendito.En la mirada dulce y llena en misericordia con que miro a pedro.perdonandolo,asi tamb.ien nos perdona .a nosotros.gracias mi Señor. Té alabo por simpre