Jorge y María Müller: Dios Proveerá (Parte I)

En estas semanas, antes y después del Día de Pentecostés, Dra. Erika Ríos ha estado compartiendo sobre algunos grandes misioneros de la historia quienes se han caracterizado por la unción del Espíritu Santo.  En las entradas de hoy y el siguiente lunes observamos la vida de Jorge y María Müller.

– Querido Jesús, por favor dale un hogar a los huérfanos de Bristol – oraba la pequeña Lidia Muller, quien compartía la oración de su padre Jorge, de querer ayudar a niños sin papá o mamá.

María, su abnegada y sacrificada madre, sostenía una honda cacerola. Usando una cuchara traía la atención de los desnutridos niños a desayunar.

 «Solo tenemos avena, y alcanza solo para 30 peques.»

 Al momento más de 30 andrajosos, desaliñados y definitivamente desnutridos niños se amotinaban, intentando ser el primero.

“¡Momento! Dios proveerá para todos,” dijo el hermano Muller.

(Puedo insertar una escena semejante en las frías y nevadas calles de Kansas City hace unos 3 años, pero esta vez eran hombres ilegales de diferentes países de América Latina, sin familia, dinero, privados de techo, y de todos los elementos necesarios para vivir. La primera iglesia hispana del Nazareno tenía un programa de alimentación y ropa en «el puente», como le llamábamos. A la llegada de nuestro vehículo, aquella escena de Bristol se repetía. Todo por un plato de comida.

¿Puedes insertar una escena semejante en tu contexto?)

De regreso en Bristol. Al día siguiente, aquella oración trajo a otros 30 huérfanos. Al día siguiente, y el siguiente… siguieron viniendo. 

– ¿Qué comeremos hoy Señora? dijo uno de ellos.

– Dios proveerá, respondió María, intentando ocultar sus lágrimas un día al no ver nada en su cacerola.

Dios obra en formas misteriosas y estaba probando la fe de sus siervos.  Casi al instante, un absoluto desconocido que había escuchado de la buena obra de los Muller, detenía su vehículo en su casa y les daba una bolsa grande de papas que alguien había cosechado.

– ¡Esto les servirá de algo para alimentar a estos chavales!

– Ahora, dijo Jorge a los niños, déjenme compartirles la historia de los cinco mil que fueron alimentados por Jesús. Una pequeña niña con bracitos tan delgados como palitos le respondió.

– A mí me gustan las historias de la Biblia.

Con una sonrisa de oreja a oreja, María se apresuró a cocinar las papas mientras escuchaban la historia de aquél milagro.

Era solo el inicio en la vida de los Muller de ver una gran oleada de milagros…

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