Mi Historia
Bueno, una vez más aquí… Voy a recordarles mi travesía: 1 semana en Panamá, 3 en San Cristóbal y Nieves, 3 en Haití, 3 en Dominicana, 6 en México, 5 días en Guatemala, 3 semanas en El Salvador y 3 en Panamá para terminar. 35 camas diferentes, 35 lugares para bañarse diferentes, 68 iglesias visitadas más un sinnúmero de escuelas, colegios y comunidades…
Hoy quisiera decir varias cosas, pero sobretodo, quiero contarles tres cosas muy importantes que aprendí durante estos 6 meses, porque no tengo tiempo para expresar cada cosa, cada momento o cada situación.
La primera es: EL TRABAJO EN EQUIPO

Cuando llegué, pasaron 2 semanas y pensé que me había equivocado en ir, que ese no era mi lugar; ¿se pueden imaginar lo que es vivir de repente con 11 líderes más, llenos de costumbres, idiomas y personalidades diferentes? Todo empezó cuando traté de comunicarme, yo aprendí inglés básico para comunicarme, pero no sabía o no me acordaba cómo decir tornillo o pinzas. Después pasó al momento que decidimos armar un menú, ¿se imaginan lo qué era armar un menú con personas de 9 países diferentes? Y sobre todo, lo difícil vino cuando empezamos en grupos de 4 a cocinar esos platillos que colocamos en el menú. Todavía recuerdo las preguntas: – ¿Por qué le echa sal al arroz? -dijo la filipina. -¿Por qué le ponen aceite al pollo?- dijo la europea. -¿Qué es esa masa?- dijo la australiana al mexicano cuando intentaba hacer tortillas… ¡Llenos de experiencias! Fue uno de los retos más importantes que pude ver durante este tiempo en que me transporté, dormí, viví y más con estos 11 que ahora llamo “familia”. Nos tocó vivir en las buenas y en las malas, como un matrimonio, pero la gran diferencia fue que no pude elegirlos yo, sino que fue el Señor y cada uno trajo una gran área de sus vidas para que yo aprendiera de ellos. Y esos mismos, me dieron la fuerza y aliento para seguir adelante.
«Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !!ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto» (Eclesiastés 4:9-12).
Saben, como iglesia tenemos esa responsabilidad también. Yo aprendí a depender de otros, a valorar al otro por lo bueno y por lo malo que hace, aprendí la compasión, el liderazgo, el amor de otros miembros de mi equipo. No es solo el que me caiga bien o el que no, Dios nos manda a trabajar con todos y por todos. ¿Qué estamos haciendo con ese equipo quienes estamos hoy aquí? Puede ser la familia: ¿trabajamos en equipo? ¿como iglesia? ¿como amigos?
*Acabas de leer la primera parte del sermón que predicó Erika Chaves, misionera de Costa Rica, al regresar a su país e iglesia el 29 de julio de 2012 después de ministrar como parte del equipo Servir 12:7. Será continuado en las siguientes entradas…
Deja un comentario