«La Comida que Sacia por Completo»

4X4  TODO TERRENO 3.0

Gómez Palacio, Durango. Dto. Norte de México  26 de Dic. 2012 al 01 de Enero de 2013.

 Por Ariadna Romero

(Parte II)

…El pastor prosiguió su discurso. No era cosa de asustarnos pero teníamos que saber ciertos detalles que nos ayudarían a comprender mejor el lugar donde viviríamos la siguiente semana. Tenía una estrategia a realizar en las próximas horas y nos pidió detener el evangelismo casa por casa hasta que pusiera en marcha su plan. Decidimos adelantar el trabajo con los materiales de las clases y prepararnos para el Remi. La población debía conocer acerca del Dios de paz, del Dios de amor que nosotros predicamos. Seguimos trabajando como antes, si alguien sintió temor o ganas de salir de ahí, nadie lo manifestó.  Eso construyó un grupo más seguro y por ende, más sólido. A servir fuimos, a servir nos quedamos.

Finalmente esa tarde salimos a invitar a los chiquillos para la lección de Remi y nos vimos de frente con la realidad del lugar: niños y niñas solos en sus casas, la mayoría sucios, desatendidos, los más grandes cuidando de los pequeños a duras penas, pero a todos les brillaron los ojitos ante nuestro anuncio de payasos, canciones y juegos. Tuvimos la asistencia de poco más de 50 niños esa primera jornada, con los cuales cantamos, jugamos, trabajamos una manualidad y enseñamos una lección bíblica. La brecha se estaba abriendo.

Por fin el pastor nos dio la luz verde para salir al evangelismo casa por casa. Dios fue despejando los caminos.

Tocando puertas nos encontramos con gente dispuesta a escuchar, aunque no tuvieran las mismas creencias, aunque interrumpiéramos sus labores cotidianas, con respeto nos atendían. En algunas ocasiones, al preguntarles: “¿quisiera que intercediéramos en oración por usted y su familia?” “¿hay alguna situación difícil en la cual podamos apoyarle”?  Los rostros sorprendidos bajaban la mirada, reflexionaban en voz alta diciendo: “¿quién no lo necesita?” y entonces se abría una pequeña oportunidad, algunos accedieron a ser visitados, otros aceptaron a Jesús como su Salvador, otros más acudieron a las proyecciones de las películas, muchos escucharon el mensaje de salvación.

Las anécdotas en este tipo de viajes son múltiples y muy variadas, cada grupo de evangelismo tuvo sus propias aventuras y en los tiempos de convivencia unidos se forjaron recuerdos que nos acompañarán siempre.

Desde mi perspectiva puedo contarles de la señora que con lágrimas en los ojos y un terrible dolor a cuestas, nos pidió que oráramos por ella en ese instante, necesitaba de consuelo pues unos días atrás habían matado a su hijo.  De aquella ama de casa a quien ayudamos a mover varios sacos de cemento por algunas cuadras, sorprendida de la ayuda desinteresada de aquellas desconocidas al despedirnos nos abrazó con genuino agradecimiento y con un nudo en la garganta nos dijo que asistiría esa tarde al templo.

O aquél joven alcohólico/drogadicto que al vernos con los folletos nos confesó que él había sido en otro tiempo un “brother”, y que incluso se había bautizado, pero ahora se sentía atrapado en un basurero, física y espiritualmente.  Cuando le hablamos del Dios que estaba tocando ese día a su vida la respuesta fue: “sí, quiero hacerlo, pero después. Ahora no tengo fuerzas para dejar todo esto atrás” ¿Y qué pasa si no hay después? Entonces cabizbajo aceptó que oráramos por él en ese momento…

O aquel señor dueño de una tienda de abarrotes que defendía con uñas y dientes su doctrina oscura ante dos de nuestras compañeras, que no se dieron por vencidas y discurrieron largamente con él hasta lograr enfrentarlo con su pecado, para lograr una victoria en Cristo, y la preocupación del resto del grupo al tardarse tanto en volver al templo, dicho sea de paso.  El anciano que nos preguntaba en tono un tanto burlón y para deleite de su compañero: “¿y me darán comida si voy a sus reuniones?” “Sí, claro, de la comida que sacia por completo, del Dios que ha estado esperando por usted desde hace tanto…” Y entonces mirarlo enmudecer. Lloroso. Pudimos verlos quebrarse ante la necesidad. La semilla se plantó.