Honrando a Nuestras Madres (Tarde)

Acá les saludo desde Fishers, Indiana donde estamos ayudando con una «Promesa de Fe» en una iglesia esta semana. ¡Acabamos de terminar algunos cultos en Florida este fin de semana pasada y estuvieron bendecidos! Gracias por sus oraciones.

El domingo pasado fue el Día de la Madre acá en los Estados Unidos (y antes para Latinoamérica) y Emily y yo queríamos honrar a nuestras madres durante las prédicas ese día. Algunas personas piensan que es difícil hablar de misiones y las madres a la vez pero para nosotros es fácil porque las nuestras han sido importantísimas en nuestros llamados y ministerios.

Cuando Emily sintió el llamado misionero a la edad de siete años, su madre estaba contenta y oró con ella en el altar ese día. Después, en la adolescencia, Emily dudaba un poco y su madre siempre le recordaba sobre el llamado de Dios en su vida y animaba a su hija cuando Emily lo necesitaba. Mi madre siempre estaba muy feliz con el llamado misionero que Dios me había dado cuando tenía 18 años. Sin embargo, cuando llegó el día de nuestra salida al campo, ella admitió que fue más difícil entregar a sus nietos a Dios que a su mismo hijo. Ella lloró mucho, hermanos, pero también estaba contenta porque sabía que estábamos en el centro de la voluntad de Dios.

He tenido el privilegio también de sentarme con las madres (y los padres) de algunos misioneros voluntarios de México y Centroamérica. Algunas no entienden y aun no están de acuerdo con el llamado de Dios para sus niños. Oremos por esos misioneros y sus familias. Sin embargo, la mayoría lloran de una combinación de tristeza y gozo, sabiendo que sus hijos están siguiendo la voluntad de Dios. Ninguna cosa puede darles más alegría.

Gracias, especialmente a las madres en esta semana, por orar y dedicar a sus hijos a Dios y a su obra. Lo que Ana hizo con Samuel sucede cada día en el mundo actual y cada vez resuena por la historia. «Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová» (1 Samuel 1:27-28).