Hace dos días hablamos de Abraham. Ahora bien, cuando uno deja su tierra para ir a otro país o cultura, llega a ser “extranjero”. ¿Cómo son tratados estos en tu país, misioneros o no, legales o no? Es fácil recibirlos cuando son de países “importantes,” pero ¿qué de nuestros países vecinos, con los que a veces no nos llevamos bien? Son personas y a Dios le importan.
Las citas de Juan 17: 14 – 18 y Filipenses 3:20 expresan similitudes claras sobre un cristiano y un extranjero. Observa la lista:
Extranjero/Misionero Cristiano
1.- No es del país en donde está. 1.- No es de este mundo.
2.- Es enviado por Dios con un propósito. 2.- Es enviado por Dios con un propósito.
3.- No es ciudadano de ese país. 3.- No es ciudadano del mundo.
Uno de los aspectos difíciles del llamado de Dios, es que a veces el Señor pide “dejar a nuestra familia o parentela”. ¿Por qué Jehová, el Dios de amor, nos pide que dejemos a nuestros padres y hermanos para cumplir con la misión que nos encomienda? Analiza esta pregunta.
Jesucristo dijo: “Si alguno viene a mi y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo” (Lucas 14:26).
En el idioma original la palabra que se traduce como “aborrecer”, no tiene el mismo significado de desprecio como en nuestros días. Más bien implicaba “amar menos”. En este caso, la obediencia a Dios Padre estaba sobre todo lo demás, inclusive sobre los intereses familiares.
Si aceptamos el llamado para ser discípulos de Jesucristo, tenemos que comprender que Él tendrá la prioridad en nuestra vida. Algunos cristianos creen que este mandamiento es sólo para los “llamados a algún ministerio”, pero en realidad es para todos los que han aceptado a Jesucristo como su Salvador.
¿Cuál es el llamado de Dios para tu vida? ¿Cuál es tu respuesta?
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