
¡Qué increíbles experiencias las que nos lleva Dios cuando nos dejamos usar! En el mes anterior tuve la oportunidad de participar del Proyecto Pablo en Oaxaca, México y fueron 20 días llenos de aventuras, de sucesos, pero sobre todo, llenos de la presencia del Señor. Las oportunidades de servicio son muchas y reconocemos que no todos poseen las mismas capacidades, pero el hecho de tomar decisiones y confiar en la Provisión Divina es la razón de toda persona que se considera “seguidor de Cristo”.
Todo empezó cuando tenía 14 años y sentí que Dios quería que me fuera, no me dijo donde, así que empecé a servir, pues quería que el Señor me mostrara ese camino. Pasaron los años y pasaron también, los diferentes ministerios, en los cuales probé y trabajé, pero hace un año y medio, empezó mi jornada como presidenta de JNI Local en Poás, Costa Rica y fue cuando la responsabilidad, la pasión y el deseo de servir a Dios se hicieron más fuertes.
En setiembre del año pasado, asistí al COM (Campamento de Orientación Misionera) en mi distrito en Costa Rica y sentí el llamado de Dios. Así que empecé a orar por ese ministerio y para mi sorpresa unos meses después fui invitada a Proyecto Pablo en México. “Pero yo trabajo” fue mi respuesta para Dios, y por eso seguí orando y el mismo Señor se encargó de acomodar cada situación en el siguiente orden:
- Mi familia
- Mi iglesia
- Mi trabajo y
- Los recursos.

Desde diciembre ya sabía sobre el Proyecto, así que no tomé ni un día de vacaciones laborales para acumularlas y poder participar. Y Dios empezó a actuar. En mi trabajo me abrieron las puertas para tener las tres semanas libres. En el mes de marzo, el Señor empezó a proveer el dinero del pasaje gracias a un grupo de hermanos y en mayo, mi iglesia y distrito aportó una gran cantidad de recursos económicos. Tal y como lo prometió Dios: “nada faltaría”…
Yo siempre me mantuve orando y pidiendo al Señor que bendijera ese tiempo de trabajo y así lo hizo. Desde que llegué a Pochutla, aún sin conocer a ninguna persona, tuve la sensación de conocerlos de años y me sentí en familia. Hubo dificultades, momentos de incertidumbre, pero durante el proyecto vimos la mano de Dios en todo tipo de personas: adultos mayores, jóvenes, niños, etc. y eso es lo maravilloso de alcanzar la meta en una misión.
Proyecto Pablo en Pochutla fue un tiempo para evangelismo, para ver a las iglesias trabajando juntas, para animar al desarrollo de nuevas iglesias, y para usar nuestras herramientas como Iglesia del Nazareno. Considero que representó el lugar justo en que Dios quiso que yo participara. Me hizo sentir orgullosa de mi congregación a nivel mundial, me dio nuevos amigos y sobre todo, me enseñó, pues aunque fui a servir, aprendí más de lo que pensé. ¡Sigamos bendiciendo con oración y recursos este ministerio tan maravilloso de las misiones!
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).
Amen!!! eso es una bendicion de parte de Dios!! asi es solo tenemos que dejarnos usar de parte de Dios y veremos las cosas diferentes, solo dejar ki el nos mordee y que sea nuestro alfarero!!!!
Que Bendicion, soy de oaxaca y es increible saber que alguien con ganas de servir tenga estas experiencias tan bonitas. n_n Felicidades, espero allas podido ver un poco de la guelagetza