Como coordinadores de Movilización, Emily y yo nos encontramos con muchos jóvenes (¡y jóvenes de corazón!) que están siendo llamados a las misiones interculturales. ¡Es una de las mejores partes de nuestro trabajo! A medida que vemos crecer el llamado y comienza a dar frutos, también vemos cómo los deseos de tener una cita y eventualmente casarse y formar una familia también entran en juego.
Muchas de las preguntas y luchas inevitables durante esa etapa de la vida se abordan en el siguiente artículo que encontré recientemente. Creo que resultará útil para cualquiera que experimente el llamado a las misiones, así como para aquellos que envían y apoyan a los que son llamados.
¿Matrimonio o Misiones?
Cómo Navegar por las Relaciones en Tu Viaje a las Naciones
¿Cómo navegas por las relaciones de pareja junto con tu deseo de servir a Dios en las misiones? Este es un tema difícil de discutir y aún más difícil de responder. Como reclutadora de Crossworld, a menudo recibo preguntas como estas:
- ¿Debería salir con alguien que no esté interesado en las misiones?
- ¿Puedo dedicarme a las misiones y al matrimonio al mismo tiempo?
- ¿Cómo puedo mantenerme concentrado y evitar distracciones al mismo tiempo que permanezco abierto a la intervención de Dios?
Estas grandes preguntas necesitan considerarse junto con la oración, porque no existe una solución única para todos. Déjame empezar contándote mi historia.
Mi historia
Dios me dio el deseo de moverme transculturalmente por el bien del evangelio cuando tenía 14 años. La compasión por los menos alcanzados se apoderó de mi corazón, y lo que comenzó como un anhelo genuino de ayudar a las personas, se convirtió en un dolor palpitante por compartir las buenas nuevas con aquellos que nunca las habían escuchado.
A medida que crecí, comencé a escuchar advertencias como ésta: “Muchas mujeres no van a las misiones porque prefieren casarse”.
Reconozco las buenas intenciones detrás de esa declaración: el llamado a permanecer enfocados en la dirección de Dios y evitar distracciones. En mi opinión, las relaciones se convirtieron en enemigas de las misiones. Cumplir la misión se convirtió en mi mayor motivación y cualquier cosa menor que eso acumulaba culpa en mi corazón.
Sin embargo, dos veces estuve en relaciones serias que me llevaron a la cuestión del matrimonio. Ambos hombres amaban al Señor y se preocupaban por mí. Sin embargo, ninguno de ellos sentía el mismo liderazgo hacia las naciones que yo.
En ambas situaciones, busqué sabios consejos del Espíritu Santo, mentores y amigos. Y en ambas ocasiones, con lágrimas y dolor, decidí poner fin a la relación – confiando en la convicción del Espíritu y creyendo que la obediencia me traería mucho más gozo que la desobediencia. Y qué aliviada me siento de haber tomado esas decisiones y haber comenzado a dar pasos nuevamente hacia los menos alcanzados.
Si estás pasando por una situación similar, permíteme compartir contigo algunas cosas que aprendí a través de mi experiencia.
¿Qué dice la Palabra de Dios?
Al observar en las Escrituras el diseño de Dios para las relaciones, Génesis 2 dice que Dios creó el matrimonio y que es bueno. Efesios 5 nos dice que el matrimonio ilustra el amor sacrificial de Cristo por su pueblo.
Tan sólo de estos dos pasajes aprendemos que las relaciones no son el enemigo. El matrimonio y las misiones no tienen por qué ser mutuamente excluyentes. Aunque también vemos la advertencia en 2 Corintios 6 acerca de ser socios desiguales. Yo diría que se debe buscar un “yugo igualitario” no sólo en la fe sino también en las convicciones del estilo de vida. Es importante tener esas conversaciones, incluida la que trata sobre tu deseo de ser misionero, antes de involucrarse demasiado emocionalmente en la relación. Dios puede y quizás altere tu camino o corrija tus convicciones a través de una relación, pero deja que sea Él quien haga eso, no tus emociones.
Por último, vemos en 1 Corintios 7 que tanto el matrimonio como la soltería honran al Señor. Puedes servir a Cristo en cualquier lugar, en cualquier profesión y con cualquier estado civil. Lo que en última instancia importa no es si terminas casado en Norteamérica o soltero en el campo misionero (o viceversa), sino que tu devoción indivisa pertenezca al Señor.
Harás bien en centrar tu motivación en quién eres en Él, en lugar de en lo que haces por Él. Entrega tu viaje al Señor y deja que Él te refine a lo largo del proceso.
Ponlo en práctica
Mientras buscas en la Palabra de Dios, hazte algunas preguntas honestas. Aquí hay algunas para comenzar:
• ¿Qué significa cuando digo: “Quiero ir al extranjero”? ¿Tengo ideas claras sobre el momento, la ubicación, la cultura, el ministerio, etc.?
• ¿Cómo he visto a Dios guiándome en esa dirección y cómo otros lo han afirmado?
• ¿Qué convicciones me ha dado Dios sobre mi forma de vida, recursos y decisiones?
• ¿Qué cualidades, convicciones y creencias no son negociables en una pareja?
Si eres soltero, podrás procesar estas preguntas sin que las implicaciones de tus respuestas afecten una relación existente. Invita al Señor a la conversación y pídele que guíe tu pensamiento.
Si estás saliendo con alguien y estás pensando en casarte, procesa estas preguntas con tu pareja y propicia el espacio para respuestas sinceras. Considera incluir en la conversación a un mentor piadoso que los conozca bien a ambos y que diga la verdad incluso cuando sea difícil escucharla.
Sobre todas las cosas, busquen a Dios en oración. Persigue Su corazón y obedece Su dirección. Aférrate a Su carácter inmutable, no a tus propios planes y sueños.
Todo lo que el Señor tenga reservado, será lo mejor para tu vida y para el avance de Su reino a través de ti.
Natalie M. trabaja como reclutadora en Crossworld en Kansas City, donde invierte gran parte de su tiempo en la creciente población internacional de la ciudad. Le apasionan las diferentes culturas, le encanta probar todas y cada una de las cocinas étnicas y disfruta aprender a hacer discípulos como forma de vida.
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