Escrito por Marlen de Soria, Misionera Guatemalteca trabajando en la JNI, Región MAC
La saga continúa (el inicio de esta historia se publicó ayer y antíer)…
…Cuando amaneció y nos levantamos nos llevamos una gran sorpresa. El joven que tanto nos había ayudado, no sólo había hablado con su pastor para que tuviésemos una noche segura en un lugar seguro, no sólo nos había dado indicaciones de cómo llegar al lugar a donde teníamos que llegar, sino que hizo algo que provocó que mis ojos se llenaran de lágrimas, cuando lo vi despertarse y levantarse de una banca de la iglesia, una banca de talvez 30 cm. de ancho. Le dijimos: ¿porque está durmiendo ahí? El con una voz tan dulce nos dijo: Es que… bueno… en realidad donde ustedes durmieron es mi cuarto, yo no soy de este lugar, sino que solamente vengo a trabajar de taxista aquí y el pastor me da donde dormir porque yo asisto a esta iglesia pero del lugar de donde yo soy.
Lo miramos a los ojos y le dijimos: Gracias, muchas gracias. No cabe duda que Dios lo puso en nuestro camino.
El joven taxista, con una sonrisa amable en su rostro, nos dijo: Fue un placer ayudarles y conocerles y luego agregó: Bueno, ¿están listos para partir? y le dijimos ahora sí. Él nos llevó de nuevo al muelle y le explicó al lanchero para dónde íbamos y que por favor nos ayudara a encontrar la estación de buses que debíamos tomar. Cuando bajamos nos dice: No tienen que pagarme nada, es para mí un gusto ayudarles. Benjamín y yo no hallábamos la forma de agradecerle todo lo que había hecho por nosotros.
Viajando en la lancha concluimos con Benjamín que Dios había puesto un ángel a lado nuestro, el cual tenía forma de muchacho y que estuvo cuidándonos en todo, que no nos dejó en ningún momento hasta que hallamos el camino para ir al lugar correcto.
¿Y saben? Así es Dios con nosotros los que estamos en misiones. Muchas veces tememos porque no sabemos lo que pasará con nuestras vidas, nuestras familias, le tememos a los cambios, le tememos a un viaje. Incluso hay quienes aún están temiendo tanto el decirle, Sí, Señor, aquí estoy, envíame a mí. Y es justo en esos momentos cuando el Señor utiliza personas u otras cosas o tal vez situaciones para demostrarnos que Él nunca desampara a quienes le servimos y a quienes hemos decidido dejarlo todo por servirle a Él.
En ese viaje Dios me ayudó a descubrir que sí algún día él me llamaba a las misiones. Siempre pondría personas, situaciones, circunstancias y aún pruebas que nos mostraran que Él cuida de nosotros. ¿Y saben algo? Llevamos dos años siendo misioneros para la Región MAC y hasta aquí Dios nos ha ayudado, nos ha seguido mandando ángeles alrededor nuestro que nos protegen y su amor ha estado con nosotros en todo momento. Es por eso que si tú estás en estos momentos dudando en tomar la decisión de servirle al Señor, no te detengas. Dile sí y verás que sus cuidados, cariño, amor y protección estarán contigo y los tuyos siempre. Puedo decir que lo tengo 100% comprobado.
Muy bien. Sabes, manana tengo que ir a Changuinola, espero no terminar en la isla tambien. 🙂
La verdad, Dios siempre provee lo que necesitamos, nos protege y nos cuida.