Escrito por Marlen de Soria, Misionera Guatemalteca trabajando en la JNI, Región MAC
La saga continúa (el inicio de esta historia se publicó ayer)…
…Llegamos al muelle, le pagamos al taxista, y él nos dijo: ¡corran! ¡se va la última lancha! Cuando la abordamos eran las seis de la tarde; ya el sol estaba cayendo.
Con miedo la abordé y encomendé en las manos de Dios nuestro viaje. Por fin vi tierra; era la tan anhelada Bocas del Toro. ¡Cuando bajamos de la lancha fue como haber llegado al lugar donde nací—Puerto Barrios en Guatemala!
Empezamos a observar mucha gente en las calles y mucho movimiento en hoteles. Luego pensé: Claro, es Semana Santa; todos están de vacaciones. Lo que nunca observé fue al pastor que prometió estar esperándonos. Pasó media hora, luego una hora y nada. Decidimos parar un taxi, cuando le dijimos a donde nos dirigíamos creo que su cara no podía ser más extraña, nos miró y dijo: nunca he visto esa iglesia por aquí, pero súbanse; la iremos a buscar.
Mi corazón nuevamente empezó a avisarme que estábamos metidos en graves problemas. Le dimos dos vueltas a toda la isla y él dijo: lo siento; es que esa iglesia ni siquiera la he oído mencionar aquí. Pero, no se asusten, los llevaré a mi iglesia, yo soy cristiano. Sentí una profunda paz. En seguida nos hizo una crucial pregunta: ¿A qué lugar o dirección debían dirigirse? Mi esposo le contesta: A Changuinola, Bocas del Toro. El joven empieza a reírse y dice. Changuinola no es aquí, esta es la Isla Bocas del Toro, el lugar más famoso para vacacionar en Semana Santa aquí en Bocas del Toro.
La verdad queríamos llorar. Sugerimos que nos llevara a un hotel pero él nos explicó que no era bonito estar en un hotel aquí para estas fechas. Él dijo: no se preocupen; los voy a llevar a mi iglesia.
Y fue así: el joven nos llevó a su iglesia construida sobre el mar. Llegamos a la iglesia Misión Misionera Mundial, justo era la hora del servicio y nos invitaron a estar con ellos. Ha sido el culto más largo de mi vida. Empezó a las siete de la noche y terminó a las once de la noche. El culto estuvo compuesto nada más por un pequeño mensaje y el resto por coros, coros y más coros. Ya listos para dormir nos dieron nuestro pequeño cuarto. Nuestra sorpresa fue ver que del templo solamente una cortina separaba el cuarto donde nos quedamos, no había luz y fue una situación muy incómoda…
[Esta historia se concluirá mañana…]
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