*Esta entrada fue escrita por Karla de Girón, misionera guatemalteca sirviendo en el Seminario Nazareno de las Américas en San José, Costa Rica
Para misioneros entrando a una nueva cultura, Un Corazón Amoroso es urgente. No podemos pensar en nuestra vida como cristianos y ministros trans-culturales sin el fundamento del amor en nuestras vidas. Cristo es nuestro ejemplo en todo, y lo es en este aspecto. El se despojó de sí mismo, y se hizo como uno de nosotros, y habitó entre nosotros… por amor. Su amor es desde el principio y será por siempre. Nos muestra su amor mientras cumple la misión del Padre, de igual manera Él desea que amemos mientras cumplimos con la misión.
Es un amor que se manifiesta en varias direcciones (Efesios 3:18-19):
- Ama a lo ancho: abarca a todas las personas (Jn. 3:16; 15). Nosotros debemos amar a todas las personas a nuestro alrededor, buscando la unidad aún en medio de nuestras diferencias (culturales). Tiene que ver con nuestras relaciones humanas: amistad, compañerismo, apoyo, acompañamiento, quitando prejuicios, teniendo apertura, no discriminando.
- Ama a lo largo…»dejando su trono de gloria» Cristo nos amó a lo largo cuando obedeció y decidió tomar un camino, cumplir un desafío y alcanzar una meta. Algunas preguntas para nosotros podrían ser: ¿Qué tan lejos he llegado por amor? ¿Hasta dónde quiero ir por amor con Cristo? ¿Será que Cristo me quiere así como estoy o quiere más de mí?
- Ama a lo profundo… «muriendo en una cruz». Cristo nos ama tan profundo que no sólo se hizo siervo, sino que también dio su vida. Lo profundo del amor es la actitud que asumimos en nuestras relaciones con los demás (sobre todo en otra cultura). Esto implica sacrificio, servicio, diaconía, encarnación. A veces tengo que morir a mi mismo para seguir amando como Cristo.
- Ama a lo alto … «éste es mi Hijo amado en quién tengo complacencia» (Mt. 3:17). Cristo mostró su amor al Padre, en obediencia, mediante una relación personal, consagración y adoración. Nosotros también debemos mostrar ese amor buscando siempre esa estrecha e intima relación con Él, a través de la oración y lectura de su Palabra, dejándonos guiar por su Espíritu, en una frase: «caminar de Su mano». En esa intimidad nos consagramos y confiamos siempre en Él, y también deseamos conocer Su corazón, Su voluntad agradable y perfecta.

Deja un comentario