Por Cathy Spangler
Los expertos dicen que, de nuestros cinco sentidos, el que recordamos con mayor facilidad es el olfato.
Olvidamos muchas partes de una canción, días después de haberla escuchado, o de incluso haberla cantado por primera vez. En muchos casos, nuestra recolección de datos específicos respecto a lo que vemos empieza a desaparecer horas después de un evento. Sin embargo, años después de un suceso, un aroma en particular nos cautiva y trae una avalancha de recuerdos. Sí, ciertamente, el sentido del olfato es poderoso.
Hay olores penetrantes y olores agradables. En los días antes del aire acondicionado en las escuelas, el olor de niños sudados frecuentemente llenaba los pasillos y salones de clase. Entrar a una tienda de belleza, significa inmediatamente sentir los aromas de permanentes, champús, y laca para el cabello. Yo trabajo en una granja y realmente AMO el olor del cuello de mi caballo cuando lo abrazo. Adoro el aroma familiar de la loción de afeitar de mi esposo. ¡Incluso me encanta el aroma de loción para bebé!
Después de caminar a casa desde la escuela, en días fríos y nevados, cuando ya no podía sentir mis piernas, recuerdo entrar a mi casa y encontrarme con el olor de rollos de canela frescos, recién salidos del horno. Hasta la fecha, cuando percibo el olor a rollos de canela cocinándose, ese aroma me conecta con el amoroso cuidado de mi mamá.
¿Alguna vez alguien ha pasado junto de ti y pudiste oler su perfume o colonia? 2 Corintios 2:14 dice que Dios esparcirá a través de nosotros la fragancia de su conocimiento ¡en todos lados! Cuando entras a un lugar, ¿la gente puede “oler” la presencia de Dios en tu vida?
Mientras pasamos tiempo en nuestra relación con Dios, buscando CONOCERLE más, ¡la gente lo percibirá como un aroma celestial! Mientras ellos están en contacto conmigo, ¡quiero que ellos puedan percibir el aroma de su amor, su sanidad, su bondad y poder! ¡Quiero que mi aroma sea distinto porque he pasado tiempo con Jesús!
¿Tu aroma es diferente porque has pasado tiempo con Jesús?
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