Por: Dr. Dan Schafer
Presidente de World Gospel Mission
* Extracto tomado del libro: Transformational Vision
“Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.” Salmo 27:14
¡Mente alucinante! Sentado en el calor sofocante de una tarde Ugandesa, tecleo y envío un email importante para varios destinatarios. Uno de esos destinatarios está sentado en frente de mí al otro lado de la mesa, los otros andan dispersos por todo el mundo.
“¡Recibido!” fue la respuesta de mi colega aparentemente antes de levantar mi dedo del botón de “enviado”. ¿Cómo es posible que un email viaje desde mi computadora en las profundidades de África, a través del continente, sobre el océano, al corazón de los Estados Unidos y repita el viaje de vuelta, marcando su llegada a la bandeja de entrada de mi compañero de mesa en solo unos segundos?
No solo es posible, sino que se espera que así suceda. Si el mail falla en aparecer dentro de algunos segundos aceptables, crece nuestra impaciencia. ¿Qué salió mal? ¡Debimos recibir ese correo hace 30 segundos!
Como ese email, gran parte de nuestra vida transcurre a una velocidad ultra rápida. Muchos de nosotros hemos crecido acostumbrados a las entregas del día siguiente de Amazon, a descargar películas de manera instantánea, y a tener un Uber-taxi esperando por nosotros a la vuelta de la esquina para darnos el servicio.
¡Qué maravillosa es la conveniencia de los servicios y productos ultra rápidos que tenemos en nuestras vidas! Sin embargo, el escritor Tim Elmore comparte que existe una consecuencia inesperada de todas estas entregas tan aceleradas. Hay un peligro significativo de que todo lo demás nos parezca lento o que aquello que nos toma un poco más de tiempo nos parezca malo. Esto resulta de la práctica de evitar cualquier cosa que nos lleve tiempo.
¿Por qué es esto peligroso para nosotros? Puesto de una manera sencilla: necesitamos la resistencia que las actividades que consumen mucho tiempo producen en nuestras vidas. Sin ella, no nos convertiremos en las personas totalmente sanas que Dios quiere que seamos. Son esta clase de actividades las que construyen nuestro carácter en la vida. Por ejemplo, es solo cuando practicamos la espera cuando aprendemos a ser pacientes.
¡Esperar es importante! Los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas. Hay algo en el hecho de apresurarnos en las cosas de la vida que causa que nos perdamos del poder de Dios que está disponible para nosotros. Elías tuvo que bajar la velocidad después de los eventos del Monte Carmelo para poder escuchar la suave voz de Dios.
Esa voz solo puede ser detectada cuando estamos en quietud. Recuerda, la voz de Dios no estaba en el viento. Es solo cuando aprendemos a esperar que podemos de verdad experimentar la fuerza de nuestro Dios.
Reitero, esperar ejercita el músculo de la paciencia. Sin la disciplina de la espera, nos encontraremos faltos de paciencia. Sin paciencia, nos encontraremos faltos de amor.
El amor es paciente (1 Cor. 13:4). La ley matemática de igualdad nos informa que podemos cambiar esta ecuación y reformularla: paciencia es amor. La realidad es que se requiere mucha paciencia para vivir con los demás y amarlos. Debemos aprender que hay momentos en los que es importante ir más lento debido a que eso construye la paciencia que necesitamos para amarnos unos a otros. Y sin esa paciencia desarrollada por la perseverancia, no tendremos lo necesario para mantener con los demás las relaciones que se necesitan para navegar por la vida.
Así que, adelante, disfruta las conveniencias que la velocidad trae a nuestras vidas, pero no descartes todo lo que requiere tiempo y trabajo duro. Esos ejercicios mentales, espirituales y emocionales son importantes para su salud mental, espiritual y emocional.
Mi oración:
Señor, enséñame que algunas de las cosas buenas solo llegan mediante la espera. Amén.
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