Por: Marleidy Sánchez, Misionera de Génesis en Panamá
En la vida, la mayoría de las cosas de las que obtenemos mayor aprendizaje son de las derrotas, de las circunstancias complicadas y de aquello que no sale como hubiéramos esperado. Creo que si recibiéramos todo tan fácil y lo obtuviéramos tal y como lo pensamos, nos perderíamos del valor del esfuerzo, la constancia y sobre todo de la paciencia.
Hay una reflexión del autor Pablo Latapí Sarre donde se compara la vida docente con las dos caras de la luna. En el lado oscuro menciona todas las dificultades y problemas que uno enfrenta, y en el lado luminoso el mayor de los placeres: ver al alumno aprender.
Cuando leía nuevamente este escrito pensaba ahora en la labor misionera. Todo misionero enfrenta muchas cosas que en el momento parecieran no tener sentido. En el lado oscuro podría mencionar las dificultades en el campo: el choque cultural al encontrarnos en un país distinto al nuestro, los límites en los recursos económicos, la falta de interés de las personas en recibir el mensaje, o aún si reciben el mensaje la falta de interés para crecer en su vida espiritual, etc. Si enfocamos nuestra mente en esta parte, nos podemos perder de lo hermosa que es la parte luminosa.
¿Qué podemos decir sobre el lado luminoso? En todo el tiempo que hemos estado sirviendo en Panamá he visto muchas luces: niños y adultos escuchando de Jesús e invitándolo a su vida, la Palabra transformando vidas y cambiando las mentes y corazones, las personas dejando su vida pasada y comenzando a llevar una nueva vida en Cristo, una Iglesia reuniéndose cada domingo por la mañana para alabar a Dios en un lugar donde hace meses no había nada. En el ministerio habremos de pasar por luces y sombras. Confiar en las promesas de Dios nos hace creer que, en medio de la dificultad, Él tiene control.
Hay una frase que encaja perfecto en esto: “No olvides en la oscuridad lo que Dios te mostró en la luz.” Las sombras son parte del ministerio y parte también de nuestro crecimiento. Cuando todo lo que hacemos lo hacemos con amor, estamos seguros de que (en las palabras de Latapí Sarre) “las luces superan a las sombras, y sabemos que la luna es decididamente luminosa y bella.”
“Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz vemos la luz” (Salmo 36:9).
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