Por: Scott Armstrong
Lectura: Salmo 146:1-10
Versículo Clave: “Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos trastorna.” (Salmo 146:9).
Felipe tenía once años, pero parecía tres años más joven. Su crecimiento había sido atrofiado por la desnutrición; su cuerpo demacrado le dolía de hambre. Su familia había estado sin hogar desde que tenía memoria, y hace un año su padre se había ido a una caravana para buscar trabajo, comida o cualquier cosa en otro país.
Ahora solo estaban Felipe y su madre, durmiendo debajo de un paso elevado de la carretera y pidiendo monedas en los semáforos.
Un sábado, un grupo peculiar de extraños sonrientes visitaron la parte inferior y maloliente del paso elevado. Con camisetas de color amarillo brillante y llamándose cristianos, le ofrecieron a Felipe y su mamá frijoles, arroz, pan y el agua más limpia que Felipe había probado en años. Estaba comiendo su tercer plato cuando los escuchó invitar a su madre a una escuela bíblica de vacaciones y servicios la siguiente semana. «No sé quiénes son estas personas, pero me gustan», pensó Felipe. «Además, tal vez tengan algo más de comida». *
En el salmo 146, vemos un adelanto del carácter y la descripción del trabajo de Dios: fiel para siempre, defiende a los oprimidos, alimenta a los hambrientos, libera a los prisioneros, da vista a los ciegos, levanta a los humildes, cuida al extranjero e indefenso.
El Dios al que servimos está en movimiento de esa manera. Y nos invita a unirnos a él en esa misión.
* Felipe y su madre llegaron a conocer al Señor después de la EBV. Felipe está en la escuela ahora y su madre tiene trabajo limpiando el templo.
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