Escrito por Marlen de Soria, Misionera Guatemalteca trabajando en la JNI, Región MACEsta historia trata de algo divertido que nos pasó a mi esposo y a mi, aún cuando no sabíamos que pocos años después estaríamos involucrados en las misiones.
Tenemos con Benjamín tres años de casados, el primer año nos fuimos a vivir a SENDAS (Seminario Nazareno de las Américas) en Costa Rica, para estudiar teología. Benjamín es pastor y yo desde pequeña tengo llamado misionero, aunque le he dicho a Dios que sea Él quien lleve a mi familia por la senda que El quiera, pues sin darnos cuenta Dios nos empezó a preparar a ambos para trabajar en misiones desde el primer año de casados.
Un día requerían la ayuda de Benjamín para ir a Panamá a dar un taller; el lugar era llamado Bocas del Toro. Por supuesto como pareja recién casada queríamos andar juntos por todos lados y no separarnos nunca, parecíamos hermanos gemelos.
Benjamín preparó todo para que yo pudiera acompañarlo y ahora puedo decir con certeza que Dios preparó toda esta odisea para darnos una lección de amor muy bonita.
Salimos muy temprano de San José, el plan era viajar todo ese día para estar temprano en la iglesia donde Benjamín impartiría talleres.
Nuestro primer error fue llegar tarde a la estación de autobuses que iban a Changuinola, pueblo que pertenece al Distrito Bocas del Toro en Panamá. Ya que habíamos perdido el autobús, decidimos irnos en otro que iba solamente a la frontera de Panamá, seguros que encontraríamos el medio para irnos a Changuinola nos fuimos ahí, el viaje de San José a la frontera fue muy cansado, ya no había asientos por lo que tuvimos que viajar seis horas parados.
Al llegar a Panamá cometimos nuestro segundo gran error: los nervios se habían apoderado de nosotros porque era muy tarde y era un lugar que no conocíamos. Empezamos a averiguar cómo irnos a Bocas del Toro—se dan cuenta en vez de decir Changuinola dijimos Bocas del Toro, y a partir de ese momento empezó una gran aventura. El joven que trabajaba en la aduana, nos dijo: ¿Ustedes van a Bocas? ¡SÍ! Él respondió: síganme por favor porque en media hora sale la lancha. Nos vimos las caras con Benjamín y dijimos ¿lancha? Pero en la oficina no mencionaron que tuviésemos que viajar en lancha.
Confiamos en el joven y le seguimos corriendo, el llamó un taxi y le dijo: ¡Lleva a los turistas al muelle porque se les va la lancha, van para Bocas! Le dimos las gracias y nos subimos al taxi…
[Esta historia seguirá mañana…]
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