¡Salve, Muy Favorecida!

Este Adviento he estado reflexionando sobre el carácter y la actitud de María, madre de nuestro Señor.  Radico en Panamá y en este país celebramos el Día de la Madre el 8 de diciembre.  De hecho, voy a estar escribiendo en la próxima entrada sobre mi mamá y algunas cosas que he aprendido de ella, cómo coinciden con este tiempo Navideño, etc.

Pero primero hablemos de Lucas 1:26-38.  En un tiempo de persecución Romana y adolescencia precaria, la jovencita María recibe un mensaje del ángel.  Recordemos que las primeras palabras que anuncia no son palabras de regaño, ni son palabras sobre lo que va a suceder o lo que ella debe hacer.  Gabriel comparte con alegría: «¡Salve, muy favorecida!  El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres» (v.28).  Después dice: «No temas, porque has hallado gracia delante de Dios» (v.30).

¿Estás escuchando la voz del Señor hoy? Él no te llega primero para pedir que hagas algo, ni mucho menos para acusarte.  ¡El mensaje del Señor de Señores para ti en este día es que eres favorecido y bendito!  ¡Él está contigo y bendito eres!  ¡Recibe y acepta esta afirmación y amor de nuestro Señor en este momento!

La segunda cosa que me llama la atención se resalta en versículos 35 y 37.  Con razón, María tiene sus dudas y quiere más explicación.  Y Gabriel no empieza a hablar de fisiología, sino de teología.  «El Espíritu Santo vendrá sobre ti….y no hay nada imposible para Dios.»  ¿Cómo puede pasar esto? ¡Solo con el Espíritu!  Lo que humanamente y biológicamente es imposible será posible con Dios.

¿Cuál es la situación imposible en tu vida actual? ¿Sabes cómo se va a resolver? ¡Ni con espada ni con ejército, sino con el Espíritu de Dios!  ¡Oh, Señor, necesitamos más de tu Espíritu en nuestras vidas y familias y ministerios! ¡Haz lo imposible en, a través de, y alrededor de nosotros!

Tercero, miremos la reacción de María.  Es de pura obediencia y humildad.  «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (v.38).  En medio de incertidumbre y temor, María esencialmente hace la misma oración que su Hijo ni aun concebido hará 34 años después antes de ser entregado y crucificado: «No sea como yo quiero, sino como  tú….hágase tu voluntad» (Mt. 26:39, 42).

¿Qué gran ejemplo, no? En este tiempo de Adviento nos preparamos para la venida del Señor.  Y cuando él nos viene, ¡preparémonos de verdad!  Porque su mensaje será uno de gracia y favor, mientras además nos presenta lo imposible como factible en nuestras vidas.  En nuestra confusión y sorpresa, que nuestra respuesta sea la de María: ¡Somos tus siervos, Dios!  ¡Derrama sobre nosotros más y más de tu Espíritu!  ¡Hágase con nosotros conforme a tu palabra!

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