El Padre de las Misiones Modernas (Parte I)

Hoy Dra. Erika Ríos continúa nuestro recorrido por las biografías de algunos grandes líderes de la fe, esta vez resaltando al «Padre de las Misiones Modernas».

«Emprende grandes cosas para Dios, y espera grandes cosas de Dios» – fue una de las frases más conocidas de Guillermo Carey.

Aparentemente nadie podía ser menos «elegible» para el mundo de las misiones que el joven Guillermo Carey. Aunque dotado de una mente brillante, una sed de conocimiento poco común para su edad y un espíritu aventurero, su débil salud ni su bolsillo le ayudaban mucho para ser candidato a misionero.

La familia Carey era muy pobre. Dios sin embargo, es experto en hacer todo con nada y le mostraría esto al mundo a través de la vida de Carey.

¡Lo que verdaderamente entorpece el plan de Dios es la pobreza de visión¡ y de esto último, el joven Carey no tenía nada. En el tiempo de Dios, éste llegó a ser ni más ni menos que el padre de las misiones modernas.

A sus 17 años, Carey se vio obligado a buscar un trabajo. El único puesto disponible entonces era aprender a remendar zapatos. Sin embargo, un año después, su vida daba un giro de 180 grados. Nuevas oportunidades estaban a la puerta. No solo aceptó al Señor, se comprometió en serio con él, e inició el estudio de las Escrituras como pocos jóvenes de su edad. Un tiempo después, contraería nupcias con Dorothy – quien resultaría ser no exactamente la compañera idónea, pero aún así, el amor y ternura de Carey nunca faltó hacia su esposa.

Dios empezó a abrir más y más puertas para este entusiasta joven. Aun así, tenía que aprender a vivir modestamente. Su economía era bastante precaria. ¡Ganaba un poco más de cincuenta dólares – al año!

En 1789 Carey fue llamado al pastorado. Inició a predicar, a enseñar y a ganar almas para Cristo. Este no dejó de lado sus estudios. Entre zapato y zapato, se esmeraba por aprender otras lenguas. El tenía que ser su propio maestro pues no disponía de tiempo ni de dinero.

Un día Carey escuchó hablar a un médico misionero. Había retornado recientemente de la India. Su corazón palpitó fuerte por ese vasto y desconocido país. 

Historia en breve, en poco tiempo estaba en la ciudad de Calcuta con su esposa, y 3 niños iniciando a reconocer el área.

Su carencia económica se acentuaba más y más. Sin el soporte que otros misioneros tenían, inadecuada comunicación con sus iglesias en casa,  hicieron para los Carey un tiempo difícil. ¡La Sra. Carey nunca estaba contenta!  Aun mas, otro bebe en camino no vino necesariamente a aliviar la situación. Ahora eran seis bocas que alimentar – por fe.

El respiro vino cuando Carey fue el encargado de una fábrica textil. Sus habilidades administrativas y su sabiduría se hicieron notar enseguida. Todo empezó a mejorar para Guillermo y su familia. Intensificó su estudio del idioma hasta llegar a predicar fluidamente en Bengalí y a la traducción, al que se dedicó esmeradamente. Sin embargo, las pruebas nunca faltan. Este vio morir a su hijo Pedro, el más pequeño. Las condiciones sanitarias y de salud en ese tiempo (y aun ahora), ¡dejaban mucho que decir!

*Esta entrada será continuada el viernes…

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