«No podemos negar que nos ha fascinado como evangélicos la tumba vacía, la hemos elevado como la ‘señal’ que demuestra que efectivamente el Señor resucitó. Pero, también hay una tumba o sepulcro con un cuerpo muerto. El Hijo de Dios yace inerte dentro de ella entre la resurrección y crucifixión. La iglesia se ha detenido poco a reflexionar sobre su significado para su fe. Creo que hemos proyectado como los discípulos de Jesús nuestro temor a la muerte. No nos gusta hablar de ella, de hecho nos aterra. Tampoco nos gusta hablar de un Dios que ha muerto, el Hijo de Dios. Como Pedro decimos: ‘Jamás te suceda esto, maestro'» –Marco Velasco.
«Sin importar que tan extraño y chocante sea, ¿pudiera haber un evangelio cristiano donde no sea verdad que Dios se ha encontrado entre los moribundos y los muertos…Emmanuel que es Dios con nosotros [es también] en la sepultura» –A. Lewis.
«Como Jesús habló tan claramente de su muerte, Pedro lo llevó aparte y lo reprendió por hablar de eso. Pero Jesús se volvió, y frente a todos sus discípulos regañó a Pedro: «¡Pedro, estás hablando como Satanás! ¡Apártate de mí, pues no entiendes los planes de Dios! Te comportas como cualquier ser humano.»» –Marcos 8:32-33 (TLA)
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