“Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (Isaías 40:1-2).
Entre los capítulos 39 y 40 del libro de Isaías, podemos notar una transición. De los capítulos 1 al 39 Dios le advierte al pueblo de Dios que necesitan cambiar sus caminos o serán deportados al exilio. ¿Conoces el final? Bueno, no cambiaron sus caminos. Sí, se fueron al exilio.
Dios les dio generaciones para arrepentirse, pero no escucharon sus advertencias. ¡Su desobediencia pecaminosa se agravaba! Se esperaría que la reacción de Dios fuera un frustrado: “¡Te lo dije!”. Ciertamente se lo merecían.
Sin embargo, donde es esperado el castigo, es ofrecido el consuelo. Donde se merecen palabras duras, la ternura es, en cambio, la respuesta. Donde se justifica el juicio, el perdón se extiende.
Es asombroso. Y es suficiente para hacerte empezar a creer que Dios los ama—y nos ama—a pesar de nuestra desobediencia.
No importa lo que hayas hecho y no importa lo que hayas escuchado antes, la invitación está vigente hasta hoy. Consuelo, ternura y perdón siguen siendo ofrecidos. ¡Acéptalos ya!
*Este mini-devocional fue escrito para la aplicación de la Juventud Nazarena Internacional (JNI) de la Región Mesoamérica. Les animamos a descargar y usar esa app, a través de la cual se estarán compartiendo pensamientos devocionales cortos como éste (escritos por varios líderes).
Amen, cuando se perdona el amor florece !!! Cuando Dios nos perdona olvida nuestras transgresiones y nunca más se acuerda de ellas, así nosotros cuando perdonemos debemos olvidar el daño causado, y al mismo tiempo como lo dice aya arriba el consuelo y la ternura no deben faltar ….
¡Amén, así es, Wendi!