Con Adviento empezamos el año cristiano. Desde mi perspectiva personal, nadie expresa el significado de esta realidad mejor que Joan Chittister en su libro, El Año Litúrgico: La Aventura en Espiral de la Vida Espiritual.
Cada año es un punto de crecimiento distinto en la vida, el quitarse de otra cáscara de la vida. Cada año aporta algo único para nosotros y pide algo diferente de nosotros.
El año litúrgico comienza el primer domingo de Adviento, que normalmente inicia a finales de noviembre… El año litúrgico es una aventura para llevar la vida cristiana a la plenitud, alertar al corazón, y enfocar el alma.
El nuevo año cívico, según lo conocemos, es un evento puramente solar, es decir el movimiento del planeta alrededor del sol. Sin embargo, el Adviento es más que nada la historia de cada uno de nosotros en el más privado y personal de los medios, el relato de nuestra vida espiritual. Esa historia comienza y termina, y empieza de nuevo cada año con el viaje del alma a través del año litúrgico. Ese año marca los momentos importantes en la espiritualidad cristiana, y así sucesivamente los puntos de nuestra propia vida en la misma dirección.
El año litúrgico es el año que tiene por objeto armonizar la vida del cristiano a la vida de Jesús, el Cristo. Se propone, año tras año, sumergirnos una y otra vez en el sentido y la sustancia de la vida cristiana, hasta que, finalmente, llegamos a ser lo que decimos que somos – los seguidores de Jesús, quien es el camino hasta el corazón de Dios. El año litúrgico es una aventura en el crecimiento humano, un ejercicio de madurez espiritual.
Ahora sé que es posible crecer físicamente cada día, pero, al mismo tiempo permanecer jóvenes espiritualmente, si nuestras vidas no son dirigidas por un esquema, sino mucho más allá de la marcha de nuestro planeta alrededor del sol. Al igual que los anillos de un árbol, los ciclos de las fiestas cristianas tienen el propósito de marcar el nivel de nuestro crecimiento espiritual de una etapa a otra en el proceso de crecimiento humano.
Si estamos abiertos y atentos al calendario cristiano, este nos llevará cada vez más alto hacia Aquel que nos invita a unirnos con Él, libertados del Tiempo para poder llegar a ser uno con el universo y su Creador.
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