Recientemente estaba oyendo el podcast Turning to the Mistycs y escuché al director espiritual James Finley contar la siguiente parábola (por lo que sé, sus orígenes están en disputa). Como se supone que debe hacer cualquier buena parábola, no he podido sacármela de la cabeza.
Mientras lees, reflexiona ¿qué te dice esto acerca de nuestras percepciones o etiquetas de los demás? ¿Qué dice acerca de sanar las heridas y los dolores en la familia? Si la parábola resuena en ti o incluso te hace sentir incómodo, ¿puedes señalar por qué?
Un ermitaño cristiano escuchó un golpe en la puerta de su ermita. Cuando abrió la puerta, vio a una madre, un padre y su pequeña hija. Los padres se disculparon por entrometerse en la soledad del ermitaño, pero dijeron: «Hemos venido a pedirte que ores por nuestra hija a quien, como puedes ver claramente, un mago malvado ha convertido en un burro».
“Sí, ya veo”, dijo el ermitaño, y los invitó a pasar.
El ermitaño les pidió entonces a los padres que se sentaran a un lado. Le preguntó a la niña si tenía hambre y sí le gustaría comer algo. Cuando ella le dijo que le gustaría eso, el ermitaño platicó con ella mientras preparaba la comida. Luego, mientras ella comía, él siguió hablándole, haciéndole preguntas sobre las cosas que le importaban.
Cuando los padres vieron el amor con que el ermitaño preparaba la comida a su hija y el cariño sincero con que le hablaba, se les abrieron los ojos. De repente se dieron cuenta de que el mago no había lanzado un hechizo sobre su hija, convirtiéndola en un burro. Más bien, el mago los había hechizado, haciéndolos creer que su hija era un burro. Y viendo que su hija era verdaderamente la niña que amaban, se llenaron de alegría y la abrazaron.
Cuando los padres se fueron con su hija, expresaron su gratitud por lo que acababa de suceder. Su hija también estaba agradecida, porque es difícil ser una niña pequeña cuando tus padres piensan que eres un burro. Es especialmente difícil cuando caes en el sufrimiento basado en la vergüenza que surge cuando comienzas a creer que eres, de hecho, el burro que tus padres creen que eres.
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