Historias de Cambio Durante “Ama a Tu Prójimo” en Haina, República Dominicana

Por: Perla Massiel Popa Rosario

*En junio 2023, “Ama a Tu Prójimo” se llevó a cabo en muchas ciudades y países alrededor del mundo . En las entradas previas, hemos compartido testimonios de sitios y personas tocadas en la Región Mesoamérica. Hoy terminamos esta serie contando lo que Dios ha hecho en Haina, República Dominicana.

Alegres y expectantes de lo que Dios haría, llegamos a Haina como grupo de 15 jóvenes. Dedicamos nuestro primer día a actividades infantiles y, al finalizar todo, la pastora de la iglesia nos confirmó que era una comunidad muy difícil. Muchas de esos niños que ministramos son víctimas del tráfico sexual y algunos ya se han influenciado por las drogas y por vecinos que practican la hechicería. Sentimos una gran carga para orar por la comunidad y por la pastora, y así lo hicimos antes de descansar y prepararnos para los días venideros.  

Al siguiente día, llevamos la palabra de Dios a los habitantes de la comunidad. Orábamos por las personas, y les entregábamos un pequeño regalo como muestra del amor e interés de Dios por ellos.

Uno de esos sectores que visitamos era un lugar muy vulnerable. Había demasiada pobreza y eran muy visibles la carencia, las necesidades y las enfermedades que afectaban a las personas allí. Debido a la falta de higiene en esa comunidad, hay muchas personas que padecen enfermedades. Visitamos a un joven de 20 años que tiene una enfermedad grave. Honestamente nunca había visto una persona en dichas condiciones. En seguida oramos por él y otro hombre ciego que está viviendo sólo en una situación tan lamentable. Nos acercamos y le hablamos del amor de Cristo y oramos por él.

Además de sentir compasión por lo que estábamos viendo en ese lugar, también sentíamos un poquito de preocupación y miedo porque había personas vendiendo “sustancias prohibidas” y mirándonos de una manera extraña e intimidante. Sin embargo, continuamos compartiendo las buenas noticias aun en los lugares difíciles.

Entre más nos adentrábamos al lugar, nos dábamos cuenta de que no era uno, sino varios puntos de venta de drogas. A pesar de que ese lugar no era muy adecuado para estar, fue increíble: las personas nos recibieron, nos escucharon, y nos respetaron. Incluso cuando un joven que estaba cerca de nosotros iba a consumir droga, otros amigos se lo prohibieron y le ordenaron que no lo hiciera porque estábamos ahí. Con esto confirmamos que no solo Dios estaba cuidándonos, sino también dándonos autoridad ante la maldad. Con mayor seguridad aprovechamos la oportunidad y el tiempo para presentarles a Cristo. Estos jóvenes humildemente reconocieron su necesidad de Dios. ¡Nos pidieron que oráramos por ellos, por su salvación, protección y salud!

Entre más callejones recorríamos, comprobábamos la gran necesidad que esta comunidad y el mundo tiene de conocer a nuestro Dios. Tenemos como iglesia una gran tarea. De verdad, en este tiempo de servicio, vimos la mano de Dios obrando a nuestro favor. Nos guardó y nos usó como instrumentos para llevar esa palabra de vida y esa oración alentadora que aquellas personas necesitaban oír.

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