El Reino de Dios alcanzado con sencillez

Escrito por: Daniel Moreno

“No hay nada que tenga que venir antes que el reino de Dios, ni siquiera el deseo de un estilo de vida sencillo”.   – Soren Kierkegaard

sencillez-de-la-vidaEl punto central de la sencillez consiste en buscar primero el Reino de Dios y su justicia, y luego todo lo que necesitemos vendrá en orden. Qué difícil es mantener el orden de las palabras que decía Jesús. Antes que cualquier acción o pensamiento debemos de permitir que Dios llegue a nuestra vida, y debe de llegar porque nosotros le buscamos.

El vivir de una forma sencilla se nos complica en un mundo que ha hecho las cosas cada vez más complicado. La sencillez nos permite vivir en libertad, libertad de las preocupaciones y afanes de la vida, y si no vivimos en libertad entonces estamos en esclavitud, esta a su vez provocada por el exceso y las complicaciones de la vida en sí.

Qué complicado hablar de la sencillez de la vida sin caer en el pecado de querer aparentar ser humildes. Richard Foster menciona que la práctica de la sencillez de forma interna en nuestra vida se demostrará al exterior en todo lo que somos. Todos estamos inmersos en este mundo, y mucho más los jóvenes.  Estamos bombardeados por los comerciales que nos dicen que debemos de tener más y mejores cosas para poder comenzar a sentir que valemos algo. Del otro lado Jesús en sus enseñanzas menciona que recordemos a los lirios del campo que ni trabajan, pero Dios les viste mejor que lo que hizo a uno de los reyes más ricos que tuvo Israel. Si vivimos alejados del Creador, será más complicado nuestro andar en la vida, pero si volteamos por un momento a buscar su voluntad, podremos estar más cercanos a seguirle y a vivir de una forma simple, sencilla y plena.

La sencillez no debe de ser una pobreza económica obligada que a veces se traduce en pobreza moral y en una pobreza espiritual. Lo que encontramos que debemos resaltar es el desprendernos de las cosas o situaciones que se han convertido en lo más importante, y dejar que Dios tome ese lugar, y al buscar que Dios haga eso, él tendrá sumo cuidado de cada necesidad física, moral y espiritual que tengamos.

Debemos buscar que Dios nos dirija dentro de su plan completo en donde hay abundancia, pero en donde tampoco nada se desperdicia; la verdadera economía que podremos disfrutar será aquella en la que no nos preocupamos por ganar todo lo que podamos, aun justificándonos en ahorrar y en dar lo que podamos, sino en que ganemos lo necesario y que estemos contentos con el sustento diario de Dios.

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