Mi nombre es Edith Natali Novelo Chan, de Yucatán. Este proyecto misionero en Toluca fue una gran experiencia para mí, cuando me llego la invitación a participar de inmediato tuve el deseo de asistir, pero tenía unas dificultades económicas pero Dios proveyó, a través de una beca y con ello pude cubrir los gastos para asistir al Proyecto. Iniciamos “explorando el campo” donde trabajaríamos, llevándose a cabo un evento evangelistico a cargo de los hermanos de la iglesia anfitriona, en los dos lugares designados (La Loma y San Juan Tilapa).
En estos lugares, empezamos el trabajo, en La Loma pudimos encontrar más niños que adultos y pudimos atenderlos, enseñándoles acerca de Jesús, en ese lugar llego una niña (Natalia), en particular, muy constante y se notaba el entusiasmo de aprender, eso me dio mucho gusto y marcó en mí algo especial, al ver su perseverancia y lo puntual que era. Los niños pudieron recibir a Cristo en sus corazón.
San Juan Tilapa era un lugar muy diferente a La Loma, ahí había una gran cantidad de niños y personas sentadas alrededor del parque, en donde realizamos el trabajo, ellos estaban dispuestos a escuchar pero eran muy apegados a su religión católica; a pesar de eso, gracias a Dios, se pudieron hacer contactos y algunas personas aceptaron para que se les visitara; y en particular, con el trabajo de niños, vi una necesidad en ellos, ya que la mayoría de ellos no estaban al pendientes sus padres, y al poder convivir con ellos, hubieron niños que de corazón aceptaron a Cristo en su corazón, y deseaban que cada día regresáramos al lugar para enseñarles más. Tengo la confianza que Dios sembró la semilla en los corazones de las personas, en estos dos lugares. El 31 de diciembre, era mi primer fin de año lejos de mi familia y mi iglesia, no fue tan fácil, pero Dios puso paz en mi corazón, y estando en Toluca pude encontrar una gran familia, a través de los hermanos, de los jóvenes, y de los demás misioneros.
Al ver tanta necesidad, uno va con la expectativa de hablarle a muchas personas, de que se arrepientan de inmediato, pero como no sucede como uno planeaba, uno llega al punto de sentirse incapaz de realizar este trabajo, pero hay algo que aprendí: que Dios es el que tiene el control de todo y él te pone a la persona indicada a la que le compartirás, aun si fuera una, pero esa alma es tan valiosa y necesita de Dios, y sé que a su tiempo esa semilla dará fruto, y que no por mis propias fuerzas haré el trabajo, sino que dependo de Dios y solo soy instrumento de Él, y que él está conmigo y me usará de manera que no me imagino, todo para Gloria a Dios. Regresé a casa diferente, con esta nueva experiencia, tuve otras ideas, mi fe no es la misma que antes, y le agradezco a Dios por la vida de cada misionero y de Maru, porque en ellos aprendí muchas cosas y fueron de gran ejemplo para mí. ¡Y principalmente estoy muy agradecida con Dios!
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