Esta semana nuestros primeros misioneros de Génesis están terminando su periodo de servicio y regresando a sus hogares. Han experimentado éxitos y fracasos, bendiciones y desafíos a la vez. Qué lindo poder ver el gozo y la pasión profunda de Daniela González, una de ellos, después de sus años de servicio trans-cultural en Veracruz, México.
Me encantaría siempre tener las palabras correctas para transmitir exactamente todo lo que he visto, disfrutado y vivido en estos dos años. Ahora termina mi tiempo y moría de ganas de compartir tanto en tan solo algunas lineas e imágenes.
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Dios me ha permitido vivir una experiencia inigualable. Me ha dejado ver su rostro y sus manos en acción. ¿Por qué yo? Sinceramente siempre me he considerado afortunada con lo que me ha tocado tener y vivir; aunque no es para muchos gran cosa, pero estos dos años de voluntariado han superado hasta el sueño más chiquito que he tenido.

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Tuve planes siempre para salir adelante: jamás pensé llegar a la universidad, y gracias a Dios la termine. Jamás soñé con un cargo alto en la iglesia – mi único interés era servir lo mejor posible. Y ahora he tenido el privilegio de servir en una ciudad que no era mía (pero ahora lo es), y he conocido personas maravillosas en este trayecto. He conocido niños maravillosos y lugares alucinantes. He admirado la belleza de la creación divina en cada instante. No puedo estar más agradecida.
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Una vez me preguntaron qué quería ser de grande. Recuerdo y aun sigo empeñada en mi respuesta:
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«Quiero dejar una huella en la humanidad».
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Me trajo a una multitud a hablar de su amor transformador. Estoy segura que al grupo de personas con los que he compartido seguirán atrayendo a más a sus pies y esa será la huella en la humanidad.
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Sigo escuchando esa voz que me dice:
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«A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mateo 9:37-38).
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Aun quiero seguir siendo obrera. Quiero seguir con él en este camino. No tengo idea a dónde y cómo, pero sé que él tiene el mejor plan y sigue repitiendo:
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«No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia» (Isaías 41:10).
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