¡Un niño, la esperanza del mundo!
Pastor Gerardo Aguilar
En algunos pueblos era costumbre mientras un cortejo fúnebre salía de la iglesia, que la campana sonase tantas veces como años había vivido el muerto. Cierto hombre dijo: “Con ansiedad cuento los tañidos de campana para ver cuántos años podía yo seguir viviendo! – Cuando sonaba setenta u ochenta veces yo suspiraba aliviado al pensar que me quedaba mucho tiempo. Pero otras veces los tañidos eran muy pocos y entonces el terror se apoderaba de mí, cuando pensaba que yo también podría, dentro de muy poco, ser apresado por aquel monstruo tan temido, – la muerte”.
Vivimos en una sociedad que busca constantemente la fórmula del éxito y la felicidad. Algunos tienen su esperanza en la cantidad de dinero que poseen y en las inversiones, otros en las cualidades físicas como la belleza exterior, habilidades artísticas, deportivas o la inteligencia en los negocios. Para nosotros –los más comunes-, la esperanza pudiera estar en el solo hecho de tener fuerza, juventud, salud y posición. Ciertamente todo lo descrito, son confianzas vulnerables que caen con el tiempo, el infortunio y a veces por las propias decisiones de la vida. La bancarrota, la enfermedad, el envejecimiento o la misma muerte son el fin de todas esas esperanzas terrenales.
Luego que un ángel del Señor habla a los pastores de Belén sobre el nacimiento del Cristo, el Salvador, éstos encuentran al niño Jesús envuelto en pañales y acostado en un pesebre. ¿Será posible que un niño sea la esperanza del mundo? Cualquiera pudo haberlo pensado y -honestamente – no los culpo, no es algo que podamos asimilar racionalmente y tampoco algo fácil de entender naturalmente.
Isaías 9:6 dice: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
En ese niño al que se refiere el profeta Isaías creció y fue el Dios hecho hombre. Caminó entre nosotros sin pecado, se dio asimismo en la cruz y venció a la misma muerte resucitando al tercer día. Estableció un cuerpo de hijos espirituales y prometió regresar por ellos, una nación santa y un pueblo escogido. – Ese niño en pañales, el Hijo que nos es dado – Jesucristo – vendrá con el principado sobre su hombro, y todas las naciones del mundo de rodillas lo llamarán Señor y Rey, el Dios Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
No esperes que las campanas suenen muchas veces.
No confíes en los números de tu libreta de ahorro.
No mires tu juventud como dios ni tampoco tu fuerza y salud como fuentes eternas.
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Col. 3:1). ¡¿Ves?! ¡Habrá esperanza eterna solo en Cristo!
Finalmente, te animo a contar a otros sobre la esperanza de Dios para toda persona. Sin duda tendrás a alguien cerca que necesite saberlo. En esta época de Adviento, no hablemos del niño del pesebre solo como algo de historia, sino que hablemos con énfasis especial y real del niño, -de Jesús- ¡la esperanza del mundo!
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