“Sabemos que todos poseemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Cor. 8:1).
¿Has conocido a algún sabelotodo? Él (o ella) justificablemente tiene mucha información en su cerebro y quiere que el mundo conozca cada dato que tiene almacenado. Sabrás cuando conozcas a alguien con estas características: interrumpirán la historia que estás contando, o tal vez alguna noticia emocionante que estás compartiendo, al decir algo como: “Bueno, sí pero ¿no han escuchado que…?”
No hay mejor forma de acabar con una conversación que cuando interviene un sabelotodo.
Hoy en día, pareciera que queremos que todo el mundo conozca nuestras opiniones y pensamientos a través de las redes sociales. Trabajamos duro para graduarnos y obtener un título que certifique que tenemos la experiencia necesaria en determinada área. El conocimiento es vital, y debemos esmerarnos por aprender cada día más. Sin embargo, si todo nuestro conocimiento lo usamos para atraer la atención hacia nosotros o —peor aún— para irrespetar a alguien, hemos perdido el rumbo. El conocimiento muchas veces nos envanece. ¿El amor? El amor te edifica a ti y a los que te escuchan.
*Este mini-devocional fue escrito para la aplicación de la Juventud Nazarena Internacional (JNI) de la Región Mesoamérica. Les animamos a descargar y usar esa app, a través de la cual se estarán compartiendo pensamientos devocionales cortos como éste (escritos por varios líderes).
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