Por Frank Powell
Querida Iglesia Americana:
Déjame ir directo al grano. Estoy cansado de este club social. Me quiero salir y ésta es la razón: yo nunca me inscribí para ser miembro de un club. Quizás hubo algún malentendido. Quizás yo mismo he contribuido a esta confusión. No estoy seguro de cómo llegamos a este punto pero quiero que sepas que las cosas van a ser diferentes. No renovaré mi membresía en este club. Y aquí te explico el por qué.
No estoy seguro de que Jesús muriera por este club. Se supone que la iglesia debe ser misional. Se supone que la iglesia debe tener un enfoque externo. Se supone que la iglesia debe ser un faro de luz en la comunidad. Creo que sí, que empezamos siendo todo lo anterior. Al principio nuestro enfoque era satisfacer las necesidades de nuestra comunidad y nuestro mundo, pero algo ha cambiado. Ahora solo nos enfocamos en nuestras propias necesidades. Nuestra misión es tener comodidad y seguridad sin importar el costo. De hecho, esto no es para nada algo que se pueda llamar “una misión,” pero incluso hemos invitado a más gente a unirse a este propósito. Me temo que hemos creado un monstruo. Hemos creado un club social más.
No estoy tratando de decir que yo puedo solo. Sé lo que estás pensando…pero no soy como muchas otras personas que son engañadas al pensar que no necesitan a la Iglesia. Jesús murió por la Iglesia y yo amo a Jesús. También amo a la Iglesia que Jesús quería establecer y por la cual murió. Creo en el futuro de la Iglesia universal. Creo que la Iglesia es el principal vehículo a través del cual ocurre la transformación, y creo que la Iglesia es el medio principal a través del cual el mundo puede conocer el poder de la cruz y la salvación. Así que, créeme cuando digo que esta decisión no es una declaración para la Iglesia universal. Mientras que el Rey esté en el trono, la Iglesia va a prosperar y será un faro de luz en un mundo oscuro.
Lo mío es más una declaración sobre la cultura de la Iglesia en América.
Déjame destacar algunas de las razones por las que creo que esto es un club social.
La gente de un club despilfarra tiempo y recursos en ellos mismos.
La gente de los clubes piensa que pagar sus “cuotas” los convierte en accionistas del club. La realidad es que sí tienen poder de decisión sobre lo que sucede ahí. La gente en los clubes espera que los recursos sean utilizados en ellos y sus necesidades. La iglesia por la que Jesús murió nunca debe equiparar el dar con el poder, y nunca debe permitir que todos los recursos se usen para alimentar los programas y los eventos internos.
La gente en los clubes valora la comodidad y la seguridad.
Esta es la razón por la que pagamos dinero para entrar a los clubes. Queremos sentirnos seguros y cómodos. El club busca aislarse del mundo exterior. Los clubes valoran la salud y la comodidad.
No estoy diciendo que estemos equivocados al abrirnos paso hacia los suburbios. Necesitamos hombres y mujeres que estén apasionados en todo lo referente a la misión de Dios en esas zonas. Pero decimos que Dios nos ha llamado a trabajar allá y volteamos y condenamos a los que sienten que Dios los ha llamado a trabajar en otras áreas que están descuidadas. Me preocupa que nuestro deseo de abrazar los suburbios esté a menudo más arraigado en nuestra mentalidad que el hecho de seguir la dirección de Dios.
La gente en los clubes mantienen conversaciones superficiales.
Los clubes mantienen las conversaciones en un nivel superficial. “¿Qué pasó con la selección de futbol? ¿Qué hay de nuevo con la bolsa de valores? ¿Supiste lo que hizo esa chica ayer?”
La siguiente es una historia basada en hechos reales. Tengo una pariente cercana a quien un miembro de su iglesia le preguntó: “¿Cómo estás?” ¿Puedes creer que mi familiar tuvo el atrevimiento de decirle a esa señora que no se encontraba bien y que necesitaba que oraran por ella? Aquella señora entonces le contestó que en realidad no era su intención saber cómo estaba. Esa es la mentalidad del club: “¿Cómo estás?” no es una puerta abierta para que me cuentes tus problemas. Es una forma de decirte que me he dado cuenta de tu presencia. Eso es todo, así que apégate a ello. Seamos realistas, Iglesia Americana, secretamente esperas que ese “¿cómo estás?” no lleve a la gente a contarte sobre sus problemas. No tenemos tiempo para esas cosas. Sin embargo la iglesia debe valorar la comunidad transformadora. Debemos llevar las cargas de los otros. Nadie debe ir solo por el camino. Nadie. Gálatas 6:2 dice que sobrellevemos los unos las cargas de los otros y cumplamos así la ley de Cristo. Esto es bastante pesado. ¿Estás llevando la carga de alguien más?
La gente de los clubes solo invita a su vida a las personas que se ven como ellos.
Los clubes valoran las mentalidades similares. La iglesia de Jesucristo debería de valorar la diversidad. Honestamente, iglesia Americana, ¿puedes decirme que valoras la diversidad? Atribuimos nuestra falta de diversidad a cosas como las diferencias culturales. ¿En serio?
La gente de los clubes quieren tener a todo el mundo contento.
Los clubes no quieren perder a ningún miembro, así que tratan de satisfacer todas las necesidades. Si José no está contento con alguno de los cambios, el club provee algo para él. Si Juanita no está feliz con ese cambio, el club proporciona algo para ella. La mayoría de las iglesias hoy en día equipara la unidad con la felicidad. Unidad no significa que mantengamos a todas las personas felices y contentas. Algunas personas se alimentan de la atención que reciben para prevenirse de los cambios y salirse con la suya. La iglesia debe estar, sin necesidad de pedir disculpas, enfocada en hacer discípulos y brillar en la oscuridad. A los clubes sociales no les gustan los cambios, quieren hacer las cosas de la misma manera en que siempre se han hecho. Dos valores que están casi siempre en conflicto entre sí mismos. Así que dime, ¿Qué valor te domina, iglesia Americana? ¿Hacer discípulos o preservar las tradiciones? Dime honestamente…
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Repito, no estoy dejando la iglesia… estoy dejando el club social. Estoy cansado de pasar mi tiempo y energía contribuyendo a una cultura que busca alimentarse a sí misma. Estoy cansado de pasar mi tiempo convenciendo a otros de que yo estoy bien y ellos están mal. Esto solo alimenta mi tendencia natural de juzgar a los demás. Si estoy en lo correcto, entonces todos los demás están en un error. Pero si Jesús está en lo correcto, de repente el amor, la gracia y la verdad se convierten en los principios con los que miramos al mundo. Me gustan esos principios. Alimentan una tendencia mucho más natural a aceptar y amar.
Quiero pasar tiempo alcanzando a los perdidos. Quiero pasar tiempo averiguando cómo restaurar la vida de mi vecino, cuyo matrimonio está colapsando, o la de mi amigo que se encuentra batallando contra el cáncer, o mi compañero de clases que lucha contra la pornografía. Quiero rodearme de un grupo de hombres y mujeres que sean misionales.
Todavía sigo creyendo que hay esperanza para ti, Iglesia Americana. Hay esperanza porque Dios reina sobre todas las cosas y situaciones. Hay esperanza porque Jesús es la cabeza de la Iglesia. Quizás podamos cambiar las cosas, pero no voy a continuar cómodamente sentado en un club, ya no más.
Yo quiero ser parte de un movimiento. Espero que comprendas.
Atentamente,
Frank Powell.
A Dios sea la Gloria por siempre. Amén.
Este artículo fue publicado originalmente en: FrankPowell.me
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