La Confesión

Escrito por: Eduardo Jiménez

3965869395_af6d7ca16cLa disciplina de la confesión no es muy practicada en mi iglesia. Y los motivos pueden ser diversos, cuidar una imagen, falta de respeto y confidencialidad que demanda esta disciplina, escasez de espacios o de los tiempos propicios para que se dé.

Es interesante notar, que por mucho tiempo la iglesia protestante se esforzó en tomar como base y guía del culto y comportamiento cristiano la Biblia, dejando así aun lado las prácticas que hagan recordar liturgias pasadas empleadas en la iglesia católica.

Así que la disciplina de la confesión en nuestro contexto primeramente, no esta muy bien identificada, segundo no es practicada, y tercero y (esta depende mucho de cada iglesia en particular) no es enseñada.

Beneficios:
Al leer esta disciplina en los apuntes de Foster, descubro que es muy reconfortante desarrollarla. Una de las cosas que me impactan en esta disciplina es la dinámica que se da entre el confesor y el confesante. El autor dice: «No has ha sido dado nuestro hermano… para que nos ayude. El oye la confesión de nuestros pecados en nombre de Cristo, y nos perdona en su nombre. El guarda el secreto de la confesión como la guarda Dios. Cuando acudo a mi hermano para confesar, acudo a Dios.»

¿Pero qué elementos son necesarios?
La actitud que debe de tomar el confesante es de arrepentimiento genuino. Es decir una clara conciencia de que ha ofendido a Dios y que queda a expensa de su misericordia el obtener su perdón.
Sin embargo una vez que se expresa dicho pecado el confesante puede tener la seguridad de que Dios le ha perdonado, por consiguiente esa tristeza ha quedado atrás y ahora el confesante disfruta del gozo del perdón.

¿Con quien cuento?
Para que esto se de, es necesario que por parte del confesor tenga la actitud correcta.
Ser consciente de la situación del confesante
No agrandar ni aminorar los pecados, evitar expresiones de asombro
Completa atención y confiabilidad ante el asunto y la persona.
Estar preparado en áreas de consejería en caso de que el confesante así lo requiera.
No obligar al confesor a decir mas de lo que el mismo desee.
Por lo anterior es indispensable que el confesor sea una persona con madurez espiritual.

Como testimonio.
Fue reconfortante conocer un poco mas a mis compañeros de camino.
Saber que mi pecado ha sido declarado, perdonado y olvidado aligera la carga, se renuevan fuerzas y descansa nuestra alma.

Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9

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