Por Dan Reiland. Trad. por Yadira Morales.
Probablemente sea cierto que la persona más difícil que dirijo soy yo.
Eso también podría ser cierto para ti.
Pero más allá de esa realidad, hay quienes parecen ser genuinamente inconscientes del impacto negativo que tienen sobre otros a su alrededor. Y hay algunos que parecen tener una extraña sensación de satisfacción al crear problemas y obtener reacciones de la gente.
Estas personas difíciles podrían ser un líder voluntario, un compañero de trabajo, un miembro del personal, incluso un miembro de la familia. Puede ser casi cualquier persona que tengas la responsabilidad de dirigir.
Cuando permites que la gente difícil «se salga con la suya,» cualquier ambiente puede llegar a ser tóxico.
Entonces, ¿cómo podemos liderar mejor a las personas difíciles y sobrevivir para contar la historia?
Empecemos con lo que no funciona.
5 respuestas comunes a las personas difíciles, que no funcionan:
- Evitar a la persona y la situación.
- Ceder y rendirse. Darles lo que quieren, dejar que ellos se salgan con la suya.
- Permitir que su comportamiento continúe. No les das lo que quieren, pero dejas que la persona continúe con la negatividad, el chisme, etc.
- Pasar la responsabilidad de tratar con esa persona a otra persona, para que maneje la situación.
- Activar y conquistar.
La Escritura nos da una visión para hacerlo de una mejor manera:
“Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.” Romanos 12:18 (NVI)
El contexto en este capítulo, comenzando con el versículo 9, es amar a la gente. El versículo 17 dice «no pagues mal por mal,» y el versículo 19 dice «no tomes venganza.»
El pasaje provee en principio, la intuición práctica que necesitamos para tratar con personas difíciles de acuerdo al corazón de Dios.
Nos dice cómo debemos ver a la gente. Especialmente cuando lees el versículo 17, «ten cuidado de hacer lo correcto.»
He aquí un gran resumen práctico:
- Soy responsable de cómo trato a los demás.
- Puedo no ser responsable de cómo me tratan.
- Soy responsable de cómo reacciono a aquellos que son difíciles.
Primero, necesitas disponer tu corazón:
A) Difícil no es una enfermedad.
No huyas de las personas difíciles que tienes que dirigir. Es natural alejarse de la gente difícil, pero no ayuda.
Si bien puede ser contraproducente moverse hacia personas difíciles, es importante aceptar que es parte de tu responsabilidad como líder.
Es fácil amar a tus amigos y seguidores, pero la prueba real de tu liderazgo es cómo influencias a quienes te ponen a prueba.
B) Perdona y déjalo ir.
Una de las situaciones más desalentadoras en el ministerio son los líderes que se vuelven heridos, amargados y viven con remordimiento.
Esto puede verse reflejado, principalmente, en las situaciones más extremas, pero todavía sucede con demasiada frecuencia.
El perdón no es fácil, pero siempre es el mejor camino.
Este artículo continuará en la siguiente entrada.
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