Por Scott Armstrong
La Cuaresma y Semana Santa han sido muy importantes en mi vida y mi caminar espiritual a través de los años. Y no hay nada mejor que, cuando el ayuno y la solemnidad ocasionados, finalmente culminan en el estallido masivo de alegría en el Domingo de Resurrección. ¡Jesús ha resucitado! ¡No hay mejor celebración que la Resurrección!
O al menos así debería ser.
En muchas culturas, las iglesias ven un incremento en la asistencia al culto de Resurrección y muchos se visten muy elegantes. La música es viva y de alta calidad. Hay años donde pareciera que ¡el sol brillara con más fuerza en Resurrección!
El domingo pasado, Domingo de Resurrección, no fue exactamente así en la iglesia que mi esposa y yo pastoreamos. Servimos como misioneros en República Dominicana y somos pastores (voluntarios) de una pequeña iglesia en un barrio ubicado en los alrededores de Santo Domingo. Habíamos estado hablando sobre los servicios de Semana Santa, durante varias semanas, especialmente sobre el Domingo de Resurrección. Habíamos preparado a nuestro equipo de liderazgo para el importante día, ¡y la celebración estaba lista!
O eso pensamos.
Llegamos temprano y había olvidado las llaves del pequeño edificio de concreto. Normalmente esto no es un problema. Pero este día dos de los laicos, quienes siempre llegan temprano para limpiar y arreglar, no estaban ahí. Después de algunas llamadas y de que nuestro hijo de 15 años tuviera que correr un par de cuadras para conseguir la llave, nos encontrábamos barriendo y limpiando las sillas, cinco minutos antes de que iniciara el servicio.
No es que hubiera mucha gente esperando incómodamente para entrar. Semana Santa es una semana de vacaciones en gran parte de Latinoamérica y la mitad de nuestra congregación estaba fuera de la ciudad. Cuando tienes una iglesia de 45, esto se nota fácilmente. Para cuando inició el servicio, la mayoría éramos niños y algunos adultos somnolientos. ¡Jesús está vivo! Pero ¿y nosotros?
El líder que estamos entrenando para ser el futuro pastor predicó bien, pero el sermón tenía más que ver con el Día del Padre en vez del Día de Resurrección. El Día del Padre se celebra en dos meses.
Tal vez tú eres mejor que yo. Quizá no dejas que nada de esto te afecte. Pero para mí esto ha sido un distractor y me hace sentir desanimado. ¡Qué desalentador! ¡Gente, se supone que estamos celebrando la Resurrección!
Para ser honesto, por mi propia cuenta, estaba adormilado. Necesitaba una Resurrección tanto como cualquiera.
Empezamos a leer el pasaje en Lucas.
“Y hallaron removida la piedra del sepulcro…”
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”
“No está aquí, sino que ha resucitado.”
Con cada frase familiar, mis ojos empezaron a abrirse en asombro de lo que Dios está haciendo en nuestro medio.
La jovencita de sexto grado con quien estaba compartiendo mi Biblia, estaba siguiendo con interés la lectura. Ella no quería leer nada cuando la conocimos en la Escuela Dominical hace dos años.
El estudiante universitario dirigiendo la adoración estaba haciendo un tremendo trabajo. ¡Él de verdad cree lo que estaba diciendo y cantando!
Oye, esta es la cuarta vez consecutiva que José llega al culto; Dios debe estar haciendo algo en su vida.
La evidencia de la vida estaba alrededor de mí. ¿Baja asistencia? ¿Niños inquietos? ¿Mensaje con un tema distinto? ¡No importa! Cristo salió de la tumba ¡y eso cambia todo!
La próxima semana puedo asegurarte que habra muchas cosas que saldrán mal antes, durante y después de nuestros servicios. Pero elijo vivir en la realidad de la Resurrección. Todas esas cosas son irrelevantes comparadas con nuestro Señor, quien triunfó ¡sobre la muerte, el infierno, y la tumba!
¿Te unes a mí en esta semana? La Cuaresma y Semana Santa han llegado y se han ido. Pero la Resurrección permanece. ¿Por qué sigues buscando entre los muertos al que vive?
Bien dicho, Daniela. Tu comentario me recuerda de 2 Cor. 4:16-18. «No nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible…»
wow!! Creo haber sentido lo mismo alguna vez y sentir el desanimo es tan triste, pero como bien lo dices; es un distractor. Nuestro Señor resucitado sigue haciendo milagros y aveces los dejamos de percibir por estar concentrados en algo que realmente no es eterno.
Un abrazo amigo, continuemos la carrera
¡Cristo Vive! es lo mejor de esta vida.
¡Gracias por tu comentario! ¡Qué Cristo viva en nuestras vidas cada día!
Amén, gran reflexión. A veces nos desanimamos cuando según nosotros no vemos respuesta de la congregación o ese gozo, ánimo que quisiéramos, y dejamos de ver lo verdaderamente importante, lo que Dios está haciendo como dice la reflexión: en nuestro medio. Gloria a Dios por que Cristo vive!