Recientemente he estado pensando en el papel que juega la «actitud» en la vida de un misionero. Enviamos misioneros a lugares desafiantes, y creo que una gran parte de su éxito puede atribuirse a la forma en que ven a Dios, a los demás y sus circunstancias (en otras palabras: actitud). Algunos parecen desanimarse por todo. Afortunadamente, la mayoría cava un profundo pozo de optimismo y alegría divina para no solo sobrevivir a los tiempos oscuros, sino prosperar y producir enormes frutos. ¡Alabado sea el Señor!
Anteriormente he publicado varias reflexiones en nuestro blog en español sobre la actitud (si te interesa la versión en inglés, déjame saberlo):
- El Dr. Louie Bustle escribió sobre la santidad y las actitudes.
- El Dr. Howard Culbertson perspicazmente se sumergió en la mala actitud de Jonás
- El Dr. Stephen Manley describió la importancia de una actitud de sumisión ante la Gran Comisión
Como puedes ver, la actitud es un indicador crucial para el éxito de las misiones. Con eso en mente, aquí hay un poema que encontré de Chuck Swindoll, un gran pastor, autor, educador y predicador de radio. Espero que lo uses para reflexionar, y tal vez ajustar tu propia actitud, a pesar de las dificultades que te rodean.
ACTITUD
Cuanto más vivo, más me doy cuenta del impacto de la actitud en la vida.
La actitud, para mí, es más importante que los hechos.
Es más importante que el pasado, que la educación, que el dinero,
que las circunstancias, que el fracaso, que los éxitos,
que lo que otras personas piensan o dicen hacer.
Es más importante que la apariencia, el talento o la habilidad.
Creará o destruirá una compañía…una iglesia… un hogar.
Lo notable es que todos tenemos una opción todos los días con respecto a
la actitud que adoptaremos para ese día.
No podemos cambiar nuestro pasado.
No podemos cambiar el hecho de que las personas actuarán de cierta manera.
No podemos cambiar lo inevitable.
Lo único que podemos hacer es jugar con las cartas que tenemos,
Y esa es nuestra actitud.
Estoy convencido de que la vida es 10 por ciento lo que me pasa
y 90 por ciento de cómo reacciono.
Charles Swindoll
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