Por: José Esteban Juan
Luego de dar a conocer los principios del liderazgo de llavero en las dos entradas anteriores, quiero compartir con ustedes un testimonio personal acerca del gran resultado que produjo en mi vida ministerial el hecho de experimentar este tipo de liderazgo.
Testimonio. En mis primeros años de vida cristiana, viví un período de descubrimiento y aclaración acerca de mi llamado. Con el tiempo, recibí la confirmación de parte del Señor para servir en el ministerio juvenil, lo cual hice con mucho agrado y pasión. Luego de prepararme en esa área, llegué a desarrollar un gran interés por acompañar a los jóvenes en esa etapa tan importante de sus vidas; mi gran deseo era tener la oportunidad de servir a una comunidad juvenil desde la posición de Presidente o Pastor de jóvenes. Mi intención no era adquirir más influencia o liderazgo, sino que anhelaba poner a funcionar ideas y estrategias nuevas en ese ministerio. Ya aprendimos en nuestro primer artículo que el liderazgo no depende de la posición que llegues a tener, y creo que Dios me concedió la oportunidad porque él conocía los deseos de mi corazón. Salmo 37:4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá los deseos de tu corazón.
Una de las primeras cosas que hice como presidente fue seleccionar a los jóvenes que tenían potencial e interés de servir al Señor; diseñé un plan intencional para formarlos y entregarles una llave en el ministerio. Me fijé en un joven llamado Emmanuel en el cual había integridad, amor por Dios y pasión para servir a otros. Siendo él parte del equipo, comencé a trabajar para que tomara mis llaves cuando se terminara mi tiempo al frente. Ese año trabajamos mucho en aspectos muy importantes del ministerio juvenil, las cosas mejoraron y llegaron a transformar mi vida, la del equipo y la de los jóvenes que formaban parte de la comunidad juvenil. Durante el proceso, entregué llaves a cada uno de esos jóvenes, lo que significó para ellos un compromiso de seguir sirviendo al Señor y crecer como líderes cristianos. Cuando terminó aquel año, decliné seguir dirigiendo el ministerio a nivel local. El joven Emmanuel llegó a tomar mi llave y a dirigir el ministerio junto con todo aquel equipo. Me di cuenta de que, aunque era el primer cargo oficial que Dios me concedió, también fue la primera oportunidad oficial para ayudar a otros a crecer. Hoy en día, ese ministerio ha crecido mucho y ha seguido transformando las vidas de muchos adolescentes y jóvenes.
Luego de entregar la llave a Emmanuel, Dios me dio una más grande, y aprendí que a veces es necesario entregar no solo una llave, sino todo el llavero.
Ejemplo de Jesús. El líder de llavero más trascendente de todos los tiempos fue Jesús. Este gran líder inició su ministerio desde Mateo 10:1, cuando eligió a los doce apósteles. Durante toda su trayectoria invirtió en ellos, los equipó para la misión y les dio un gran ejemplo. A lo largo de los tres años de su ministerio, Jesús les enseñó a ser vulnerables, a confiar en otros, a ser maduros y a ser líderes responsables. Cada una de estas cosas son claves para llegar a ser un líder de llavero. Además, terminó su ministerio entregándole su enorme llavero a sus discípulos, como lo describe Hechos 1. Lo grandioso que nos enseña Jesús, es que no solo necesitamos ser portadores de un llavero, sino que necesitamos ser portadores del Espíritu Santo. En Hechos 1:8 les ordenó a sus discípulos que esperaran la llenura del Espíritu Santo, para que así ministraran de manera efectiva.
Luego de conocer mi testimonio, tal vez tengas la certeza de que no es muy difícil ser un líder de llavero. Quizás llegues a tener la oportunidad de portar un llavero ministerial, pero créeme, no vale la pena recibir y entregar llaves sin el Espíritu Santo de Dios. ¡Procura tenerlo en tu vida y serás un gran líder de llavero!
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