Por: Carlos Castro
La selección senegalesa entró en la escena mundial en 2002, cuando llegó hasta cuartos de final en el Mundial de Corea. Hoy, sus jugadores, que han ganado su lugar en los clubes más reconocidos de Europa y de todo el mundo, se reúnen para animar el corazón de su gente y darles la esperanza que, si bien empezó hace dos décadas, este año se hizo tangible después de ganar la Copa Africana de Naciones en febrero de este año (2022).
Ubicado en el extremo oeste del continente africano, Senegal es un país que goza de estabilidad política (jamás han tenido un golpe de estado), un crecimiento económico anual notable (6%), y paz entre las distintas etnias y religiones. La gente en este país mantiene un ambiente de amabilidad; es común saludarse más de una vez al día, ocupando la conocida expresión árabe “salamalekoum”, esto por la presencia mayoritaria de musulmanes en el país.
Los “Baobabs” -esos árboles tan característicos de África- crecen con libertad en el territorio senegalés. Cuenta una leyenda que hace muchos años, los baobabs crecían tan alto y con tantas flores, que se volvieron soberbios, al punto de creer que ellos mismos eran dioses sobre todas las otras plantas. Los “verdaderos dioses”, al ver esta actitud, los castigaron, quitando su grandeza y haciendo que estos árboles crecieran al revés, con las raíces hacia el cielo. Esta, según la leyenda, es la razón de la forma tan particular de los baobabs.
La Iglesia del Nazareno entró a Senegal en 1988. De hecho, en la capital del país, Dakar, la iglesia se llama “Baobab Church of the Nazarene”.
Oremos por los proyectos de bienestar social que nuestros hermanos están desarrollando, que encuentren más oportunidades de compartir las buenas noticias de salvación, y que Dios les lleve a ser luz en cada lugar que visiten y con cada persona que atiendan.

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