El ídolo de la seguridad – Parte 2 de 3

Escrito por: Jon Huckins

Esta es la continuación de la entrada anterior.

Inseguridad

  1. El medio a través del cual buscamos seguridad, constantemente nos obliga a comprometer nuestra identidad del reino y puede conducirnos a una menor seguridad. Primero, quiero reconocer que los líderes políticos son responsables de procurar la seguridad de los ciudadanos y pueden tomar decisiones que sienten son necesarias para hacerlo. Con eso dicho, nosotros, como Iglesia, no podemos permitir que nuestra lealtad política triunfe sobre nuestra lealtad con el reino. Cuando adoramos el ídolo de la “seguridad”, podemos comprometer fácilmente nuestro testimonio del reino y empezar a justificar los medios a través de los cuales la seguridad es alcanzada. Por ejemplo, cuando celebramos la muerte de otros seres humanos porque significa que estamos “más seguros”, tal vez estamos adorando al ídolo de la seguridad en lugar de mostrar el amor hacia los enemigos, encarnado en Jesús. Cuando satanizamos y castigamos grupos enteros de personas (la gran mayoría de quienes no tienen deseo de dañarnos) por el bien de nuestra “seguridad”, tal vez estamos adorando al ídolo de la seguridad en lugar de a Jesús, quien amó indiscriminadamente. Cuando rechazamos a las mismas personas (¡muchos de los cuales son niños!), quienes están huyendo de la violencia por el bien de nuestra “seguridad,” tal vez estamos adorando al ídolo de la seguridad en lugar de a un Jesús que nos llama a tener cuidado de los “extraños a nuestro alrededor.” Finalmente, mientras éstas se sienten como medidas de seguridad, es cada vez más claro que dichos medios no conducen a una seguridad duradera y sostenible. Más bien, estos nos conducen más a menudo al resentimiento, opresión e inestabilidad, lo que después genera más violencia.
  1. No puedo conciliar la retirada, el aislamiento y una postura de defensa con un Dios que se mueve hacia la violencia, el quebrantamiento, y “el otro” en Jesús. Mientras he estado arrancando este ídolo de la seguridad, repetidamente he sido condenado por esta verdad; Jesús nunca nos llamó a estar seguros; Él nos llamó a ser fieles. De acuerdo con Jesús, la fidelidad nos mueve más allá del amor al prójimo al amor por el enemigo. Si buscar mi seguridad entorpece mi capacidad para amar a quien Dios pone en mi camino, el miedo gana y yo me distancio del corazón de Dios para el mundo. ¿Cómo puedo amar a mi “enemigo” si no lo conozco? El ídolo de la seguridad nos aleja de las personas que son diferentes a nosotros y nos envía hacia aquellos que ven, piensan y actúan como nosotros. No hay amor fuera de la relación; solo hay malos entendidos y estereotipos. Por último, ¿cómo podemos conocer a nuestro “enemigo” si no cruzamos las fronteras que nos dividen? El Camino de Jesús requiere que rechacemos la tentación de movernos hacia adentro y continuamente nos llama a movernos hacia “el otro”.

Este artículo continuará en la próxima entrada.

 

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