Escrito por: Eugenio R. Duarte
Mis años formativos fueron impactados por algunos modelos de asociación. Por el llamado de Dios en mi vida, uno de esos modelos definitivamente hizo más que los otros formándome para el servicio –la asociación de la que fui testigo entre los pastores nazarenos quienes ministraron en las islas donde viví durante mi juventud.
Mi primer modelo de un discípulo semejante a Cristo fue un pastor. Yo observé cómo él y sus colegas se relacionaban unos con otros. Ellos ayudaban en maneras tangibles, como buscar trabajos para mí y asistirme para tener acceso a educación. Lo más importante, sin embargo, es que ellos imprimieron en mí un modo de vida que creo, desalienta la dependencia y alienta el empoderamiento.
Manus manum lavat es una frase que se le atribuye a Seneca. Significa “una mano lava la otra.” La sabiduría popular ha añadido “y juntas lavan la cara.”
El apóstol Pablo pide a los filipenses “completen mi gozo, siendo de una misma mente, teniendo el mismo amor, estando en completo acuerdo y con una misma mente. No hagan nada por egoísmo o vanidad, pero en humildad consideren a los otros más importantes que ustedes mismos. Que cada uno de ustedes no mire sólo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás. Tengan esta mente entre ustedes, la cual es suya en Cristo Jesús” (Filipenses 2:2-5, English Standard Version).
Nuestro mundo todavía busca modelos de unidad. Algunas veces las mentes cansadas o escépticas piensan que no hay dónde encontrar esto. ¿Es porque no han sido impactadas por lo que “es [nuestro] en Cristo Jesús? Audazmente podemos reclamar lo que es nuestro por el propósito que nos fue confiado. A pesar de vivir en un mundo donde el odio y la inmoralidad es permanente en acción y discurso, creemos en, y por eso actuamos, de acuerdo a la mente de Cristo que une y empodera a la iglesia para la bondad, paz y amor.
No importa cuán golpeado, juzgado, criticado, e incluso excluido seas, con la mente de Cristo y la ayuda de un modelo de un discípulo semejante a Cristo, todavía puedes “mirar por los intereses de otros.”
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