El Humo Subió

Por Rev. Rob Prince

El humo subió cuando dije “Sí” al llamado de Dios al ministerio de tiempo completo. No fue un “humo blanco saliendo de la chimenea, como cuando eligen a un papa;” fue más como un humo tipo “mucha madera húmeda en el fuego.”

Estaba sentado al lado de una fogata en el Campamento de la Iglesia del Nazareno del Distrito Este de Michigan, en una sensación adolescente después de un servicio de reunión de campamento, cuando pensé por primera ve que Dios me estaba llamando a algún tipo de servicio cristiano. 

Estaba en séptimo grado. 

No vi nada escrito en las paredes. (Estábamos al aire libre—sin paredes).

Resultado de imagen para campfire

No escuché una voz audible. (Excepto por el chico dirigiendo en la fogata y tratando de tener un montón de música, desafiando a los adolescentes a cantar, “Haz Señor,” nadie estaba hablando o cantando).

Pero sabía en lo profundo de mis huesos que Dios estaba llamándome. 

¿Por qué Dios me llamaría al ministerio? 

Nunca había hablado en público. 

Yo era bastante raro, 75 libras, pequeño bateador débil de segunda base. 

No era hábil en nada, excepto coleccionando cartas de béisbol y molestando a mis hermanos. 

No tenía idea de lo que realmente hacía un pastor. (Quizá estaba pensando que ellos solamente trabajaban los domingos y miércoles por la noche. En ese momento yo era muy perezoso).

Aún así, sabía que Dios estaba llamándome. 

No sabía que ese llamado me llevaría al Colegio Olivet Nazarene (ahora Universidad) y al Nazarene Theological Seminary (Seminario Teológico Nazareno). Nunca hubiera adivinado que mientras estaba en el seminario serviría en el staff pastoral de una iglesia presbiteriana e iglesias nazarenas en Alanson, Bad Axe, Roseville y Otisville, Michigan y ahora en Lenexa, Kansas. No sabía que sería capaz de predicar no solo en las iglesias maravillosas que me han permitido usar sus púlpitos cada semana—pero también he tenido el privilegio de predicar en Dominica, Rusia, El Salvador, Suazilandia, Israel, Jordania y ahora Cuba. No puedo describir adecuadamente cuán bendecido he sido en mi vida desde que dije “Sí” a Dios alrededor de aquella fogata. 

Nada de humo subió en mi oficina en la Iglesia del Nazareno Metropolitana cuando Dios me llamó a escribir. Otra vez, no vi nada escrito en las paredes (sí había paredes ahí—pero nada escrito en ellas). No escuché una voz audible. Pero una vez más, sabía en lo profundo de mis huesos que Dios me estaba llamando. 

¿Por qué Dios me llamaría a escribir? 

No tenía una especialidad en Inglés. (Tenía una especialidad en psicología—lo que explica algunas cosas ¿no?)

Soy malo delatreando. (¿Se dan cuenta lo que hice aquí?)

Mi gramática no buena es. (Lo hice otra vez, ¡Ja!)

Mi mecanografía apesta. (Si ustedes rascan y huelen la pantalla de sus computadoras, olerían algunas técnicas viciadas de mecanografía).

Aún así, sabía que Dios me estaba llamando. 

He escrito algunos artículos aquí y allá en publicaciones que casi nadie lee. De hecho, una revista que publicó un artículo mío, ahora está extinta; y otra, después de publicar muchos de mis artículos, ahora sólo es una versión en línea. No creo que he sido amable con el mundo editorial. El Sr. Pulitzer no me ha estado recomendando en ninguna asignación para escribir. 

A pesar de toda esa historia (posiblemente con miedo y temblando), la Casa Nazarena de Publicaciones ha acordado publicar mi libro, Siguiendo a Jesús con una Migraña. Hoy estaré firmando el contrato. No estoy seguro cuando será publicado el libro. No estoy seguro si alguien realmente va a leerlo. Esto es lo que sé: Dios me llamó a escribir—y este libro, en muchas formas, es un cumplimiento de ese llamado. 

No sabía que experimentaría una hemorragia cerebral para tener un tema acerca del cual escribir. 

No sabía que pasarían quince años después de haber sentido ese llamado que un libro sería escrito. 

No sabía muchas cosas. 

Sólo sabía que Dios me llamó, y para mí ser obediente significó que tenía que escribir. 

Quizá Dios te está llamando a algo para lo que no estás técnicamente calificado. 

Quizá es algo que piensas que no es posible hacer. 

Quizá tome algún tiempo antes que el llamado dé fruto. (Recuerden—para mí fueron 15 años). 

Quizá alguien sea menos que alentador. (Para los esfuerzos de mi primer libro sometido a publicación, recibí una carta de “Gracias, pero no gracias”).

Quizá otros factores fuera de tu control, sucederán. (Perdí algunos capítulos cuando mi computadora se arruinó hace algún tiempo).

Pero si eres llamado por Dios para alguna tarea y tú sabes en lo profundo de tus huesos—no te preocupes acerca de las razones por las cuales no puedes cumplir el plan de Dios. Sólo hazlo. ¡Sigue ese llamado!

Me encanta lo que dijo Jeremías cuando sabía que Dios lo estaba llamando a hablar. Él escribió: Si digo: “No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre, entonces su palabra en mi interior se vuelve un fuego ardiente que me cala hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más” (Jeremías 20:9 NVI).

Si Dios te está llamando—y no puedes contenerlo, no puedes dejarlo ir, no puedes hacer otra cosa que seguir el llamado—¡así que síguelo! ¿Habrá desafíos por delante? Probablemente. ¿Serás tentado a renunciar? Quizás. ¿Será fácil? Normalmente, nada grande es fácil. Aún así, Dios tiene preparadas grandes cosas. Cuando Él llama—Él te capacita y empodera para realizar ese llamado. Si Dios te está llamando, Él hará un camino para que logres aquello que Él te está llamando a hacer. 

Tal vez no haya humo subiendo cuando tú digas “sí”—pero después, quizá sí. 

2 comentarios sobre “El Humo Subió

Agrega el tuyo

  1. hermano Scott, llevo leyéndole hacer un par de años y en cada artículo Dios le ha ido dando forma a mi llamado. Tengo casi 50 años, hace cuatro años me diagnosticaron una enfermedad discapacitante, sin embargo, en la medida de mis posibilidades me he preparado con los cursos en linea de SNV, he apoyado a mi iglesia local en todo lo que he podido y por dos años impartí la guía misionera y durante ese tiempo oraba y animaba siempre a los jóvenes a formar parte del proyecto Génesis y lo hacía porque en el fondo lamentaba no poder ser yo quien fuera. Hace como 6 meses me pidieron que yo apoyara a una nueva misión en mi ciudad predicando los domingos por la tarde y a casi 8 meses de hacerlo me han pedido que me haga cargo de ella. Esto ha sido inesperado, ilógico, atemorizante, pero al igual que Jeremías este llamado es como un fuego que no me da paz y creo que hoy he visto el humo subir confirmando este llamado a través de su artículo. Me siento como Abraham: de edad avanzada y con cierta imposibilidad física, pero llamada por Dios. Dios le bendiga hermano Scott, oró siempre por usted y todos los hombres y mujeres que decidieron decir SI al llamado de Dios. Dios le guarde y prospere su ministerio para gloría de El. Gracias por ser de bendición para muchos.

    1. Hola, hermana, tus palabras vienen como un bálsamo a nuestro alma y un ánimo en nuestra labor. Dios te está usando y no importa tu edad o la condición física. Me agrada tu entrega y pasión. Pido que nuestro Señor te use poderosamente para levantar a muchos líderes misionales y misioneros en los futuros años – ¡no cabe duda que ya está pasando!

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Blog de WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: